Casados al volante
Dos hombres casados me propusieron un café bajo el nombre del compromiso. ¿Preocupados por la falsa pandemia? Nada de que alertarse, estos son los primeros en salir a la calle con máscaras hablando del cuidado intensivo—de la salud, claro, no del alma—.
¿No será este el problema? ¿Qué la gente durante décadas no se ha ocupado de cosechar un amor que le permite ser libre y después hablan del contagio? Uno más y juro que lo pulverizo con Odex.
El único conflicto es que con la lavandina no puedo erradicar cien años de historia, en donde el ser humano está casi entrenado para aburrirse de las cuestiones emocionales. Hartos de la monogamia y la sinceridad, golpeando la puerta equivocada y sintiendo un high al encontrar un desafío más: mi humilde ironía quemándolos en la hoguera de mi sensibilidad.