Bill Hates
Hace cinco meses que nos esclavizaron con un barbijo, nos impusieron seis pies de distancia y decidieron con cuántas personas nos podíamos juntar. Si fuera de otro planeta me estaría descojonando de risa, porque realmente es para flipar hasta donde la idiotez humana nos ha llevado. Se está poniendo tan lindo el asunto que agregaron la vacunación de nuestro querido Bill Hates. Ténganme paciencia, no puedo poner su verdadero apellido porque me lo censuran. El tío Bill es uno de los míos; lo arrestaron a los veinte años, abandonó la universidad a los veintitrés y de ahí en más se dedicó a la filantropía. Bueno, hasta acá pensábamos que era solo un rebelde desafiando las autoridades.
Pero lo cierto es que las mentiras no pueden durar mucho cuando un ego pretensioso quiere estafar a la humanidad a una escala global. En resumidas cuentas: lo arrestaron por violar a un menor en la parte trasera de su coche, abandonó sus estudios para crear Microsoft, y abandonó Microsoft para dedicarse a su fundación Melinda Hates. Una organización que se dedica a la vacunación masiva y a la reducción de la población. Esto no lo dije yo, lo declaró él en su exposición de TED en el año 2010—adjunto fuente al final de este relato.
Sus vacunas no solo han causado esterilidad, pero han matado a un grupo de niños diez veces más que si no los hubieran vacunado. Digamos que el tío Bill experimenta en su granja con humanos y la Organización Mundial de la Salud lo apoya. Claro, Bill es el segundo donante de dicha organización, bah, donante, ¿a ustedes les parece que una fundación que dona cien millones de dólares está siendo caritativo? Permítanme ser más específica: los cien millones de dólares estaban destinados para la plandemia del c o r o n a v i r u s. Y sí muchachos, si a una casa la quieren vender al doble del precio que la compraron tienen que invertir mucho dinero para restaurarla.
Resulta que esa casa somos nosotros y hay tanta plata de por medio para lucrar con nuestra salud que lo último que le importa a estos eugenistas es que nos agarremos una gripe con el 99% de sobrevivencia.
A lo mejor me estoy olvidando del dato más importante: tampoco se trata de la vacuna, ya que como el sistema inmunológico es diferente para cada ser humano, siempre habrá margen de error en el efecto que este cause.
La finalidad de este genocidio es el ID2020. En el 2016 se juntaron cuatrocientas personas en un evento que organizó las Naciones Unidas para hablar del ID2020, qué básicamente es una forma de digitalización para tener el control absoluto de la población. Una de las frases más célebres fueron: “ Nosotros creemos que los individuos deben tener control sobre su propia identidad digital, incluyendo cómo la información personal es recolectada, utilizada y compartida”.
Estos falsos profetas se creen que pueden lograrlo, y sí, estamos cerca de darles el gusto de la manera que nos estamos comportando. En términos generales el ID2020 es la vacunación obligatoria y un chip (tatuaje) con lectura absoluta de tu identidad y trayectoria. ¿Y quién es el pionero de este invento? Una persona que no es médica, ni científica, ni siquiera graduado en psicología para saber cómo tratar al rebaño. Es un empresario multimillonario que lo único que ha causado a lo largo de la historia es daño físico y permanente a poblaciones de bajos recursos.
Aunque eso tal vez cambie ya que me dijeron que ahora Argentina está en la agenda de testeo de vacunas.
Joder, casi me olvido de contarles, el maldito Bill Hates no ha vacunado a ninguno de sus hijos. No soy muy religiosa, pero la biblia nos avisó: el anticristo y la marca de la bestia. Ustedes saquen sus propias conclusiones.
Si le vendieron el litio de Jujuy a estos filántropos, también les pueden entregar sus almas al diablo, ¿no?
Un futuro desolador, llenos de aluminio, comiendo chorizo transgénico de soja, empresas fundidas, control masivo y las famosas torres 5G para colaborar con un alzheimer sin responsables hereditarios.
¿Y todo esto por qué? Porque nos tragamos veinticuatro horas de televisión diaria, porque salimos con bozal a todas partes y porque tenemos un miedo a morirnos que da más pena que un ciervo rodeado de leones. Con la única deferencia de que el ciervo no tiene opción. Nosotros inventamos la jungla, le damos poder a los maestros del culto que manejan este mundo y nos entregamos a que experimenten con nuestro cuerpo.
Qué raza más patética, regalando nuestra nuestra privacidad y salud a unos psicópatas que están haciendo dulce de leche con nuestra ignorancia.
Nos deseo suerte, porque al ritmo que venimos en cualquier momento nos cuelgan una campana del cuello también, pero vos no te preocupes, seguí acatando órdenes así terminamos todos en el matadero tecnológico por tu culpa.
(El plagio es delito, si vas a compartir mi obra que por favor aparezca mi nombre al final del relato. Gracias).
Ceci Castelli
Fuentes: