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Pinta lindo

Hay una frase que dice: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.

Vivo en un edificio, nunca quise hijos y más que escribir un libro, debería decir publicar.

Lo que todas estas frases no te dicen es como agarrar la brocha, pintar un departamento enterito y darte una palmada en la espalda porque de seguro que ese árbol no lo va a hacer por vos.

Hace veinte años que tomé la comprometida decisión de decir: ¿para qué voy a contratar a alguien si lo puedo hacer solita?

Ok, les presento a solita, una tipa agotada con dolor de espalda replanteándose el puesto.

Cuarenta y cinco metros cuadrados sobre mis hombros, ¿y? ¿Qué tal si cambiamos la frase “hijo” por “rodillo”?

No todos hemos venido a lo mismo, ahora que el deseo de ser madre haya sido revertido por una ganas locas de subirme a la escalera para pintar mi departamento en mi tiempo libre, habla de una transferencia de talentos sin limites. Vayamos de a poco, no soy de felicitarme por las cosas que hago, pero ese departamento pasó de ser un subte a un consultorio de hospital. Tres pinchazos en la cintura, dos marcas de tigre blanco y un guantazo sobre el balde aplanado después, me encontré con toda la familia: el pincel, la lija, plásticos para envolver los muebles y yo, una mujer prolija en todo, menos con el pincel.

Ocho horas de trabajo y a punto de finalizar los detalles, los bordes me saludaban con dos blancos distintos diciéndome que como madre hubiera hecho un mejor trabajo. Pero lo peor no había sucedido aún, un mensaje de mi hermana al día siguiente diciéndome que están pronosticando un tsunami en California que arrasará con todas las propiedades. 

Genial, agenda 2020: activar las ondas Haarp cuando Cecilia termina de pintar.

Entiendo que Murphy escribió un libro con respecto a esto, pero estas frases están empezando a colaborar negativamente en mis proyectos y no me hace ninguna gracia. A lo mejor deberíamos redefinir el mundo de las frases y ajustarlas un poco a la realidad. Que tal un: plantar un jardín por si se acaba la comida, no tener hijos así no vivimos con el corazón en la boca, y publicar muchos libros, no solo uno.

¿Un tsunami en California? Yo creí que estas cosas pasaban solo en Indonesia, pero tal vez la naturaleza tiene un orden divino de poner cada cosa en su lugar, ya que un estado que aprueba la pedofilia está lejos de contribuir para el bien mundial al que todos aspiramos.

El único inconveniente es que de momento vivo acá, y para ser más precisa, a siete cuadras del mar.

No solo que ese tsunami puede que arranque con la calle Chestnut, sino que además me llevaría puesta para el almuerzo, ya que estoy en el segundo piso y vengo a ser el sandwich del edificio.

Qué lindo, encerrada pintando para que algún día usemos esas paredes como balsa sobre el pacífico. 

Tulum here I come! Remando a todo pulmón ya que para llegar desde California al Caribe tengo que dar toda la vuelta.

Alguien por favor que me recuerde porque elegí volver a este planeta, con quién dejé una deuda pendiente y por qué coño no lo resolví en los 1800.

Pago por adelantado con terminaciones livianas, cambio de aceite, mampostería, diseño de interiores, cantante y escritora a la carte.

No prometo hacer un buen trabajo pero va con tanta garra que el resultado no cuenta.

Esperemos que las predicciones del mensaje de mi hermana sean erróneas, no tanto por el temor a partir y finalizar mi contrato con este planeta, sino más bien por todo el sacrificio que implicó pintar el pinche departamento. Poner todo en agua para que no se secara y quitarme con acetona todas las rayas blancas del cuerpo. 

Somos un punto insignificante en un vasto paralelo, pero aún así, nos creemos el núcleo del Universo, y el Universo debe estar tan harto de ver a nuestro ego peleando por una postura en el mundo.

Habitando una ilusión, una que no se aprendió las reglas para no caer en la trampa. Y así, omnipotentes y soberbios, vamos por la vida creyendo que somos importantes y que tenemos que cumplir con nuestra misión. 

Y aunque esa misión sea irrelevante, nuestra existencia depende de ello.

Es la manera que tiene el espíritu de camuflar los propósitos del alma. 

 

Buen Martes para todos, desde mi guardia de la calle Chestnut.

 

Ceci Castelli

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