Una guerra económica
Siempre supe que el sistema quiso controlarnos, hay autores y cineastas que nos han dado un empujón para que dejemos de mirarnos el ombligo y despertemos a una realidad superior que nuestra propia burbuja. Desde escritores como Carlos Castaneda hasta películas como The Matrix, Contagion, Communion, The 4th Kind, Inception, El Secreto, What the Bleep, etc,.
Innumerables realidades que nos han tratado de decir por décadas que hay un culto perverso detrás de todo esto que no le interesa nuestra vida en lo absoluto. Porque los psicópatas que manejan el sistema ponen a los políticos adelante para que nosotros pensemos que son ellos los que deciden por nosotros. Nos revelamos y enojamos y pensamos que son los responsables de nuestra economía y estabilidad. Joder, ¡de nuestra salud! Y si a esta gente no le importa si vas a morir, mucho menos le va a importar que te cures. Este virus,—creado para resetear la economía, hundir a las empresas familiares y beneficiar el mercado financiero Chino— tiene un propósito mucho más siniestro que la venta de una vacuna—que claramente ya tienen—, y es que generaron una guerra sin ensuciarse las manos sacándose de encima a la gente que ya no aporta al sistema. Un negocio redondo, y lo más brillante del plan: lo ejecutaron desde nuestro instinto más milenario: el miedo. La manera más básica y primitiva de dominar a los humanos. El miedo a morir y el miedo a lo desconocido.
Sabemos bien que cuando una sociedad entra en pánico, es más fácil controlarla que cuando está centrada y calmada.
Nada de lo que ha originado esta pandemia me llama la atención, la maldad humana es una sin regocijo, lo que me alarma profundamente es la inocencia de la gente al no poder ver la realidad detrás de esta guerra.
Nos están matando sin armas, con miedo y a través de la salud. Y van a esperar que mueran muchos más antes de aprobar los medicamentos— que ya han curado gente— y liberarnos de este escenario patético en donde somos las vacas de corral de una plantilla de ejecutivos limpiándose el trasero con los certificados de función.
Nadie está exento de ser atacado por este virus de laboratorio, y aunque las cifras de muerte por el mismo sigan siendo bajas, estamos todos preocupados por nuestros padres y abuelos que corren el riesgo de ser asesinados por un sistema que no acepta débiles.
Un sistema al cual le hemos creído para no tener que ponernos a pensar y hacer la tarea de vivir coherentemente. Un sistema que decide por nosotros porque no hemos defendido la verdad que se esconde detrás de las tragedias— personales y globales.
Un sistema que se alimenta de nuestra ignorancia contaminando las tierras, llevándonos a la boca los químicos que nos enferman de patologías incurables. Somos el target perfecto, temeroso y desesperado vaciando góndolas porque llega el fin del mundo.
Sé que muchos de ustedes no van a coincidir con mis visiones, y eso está muy bien, lo último que quiero es convencer a alguien. No quiero seguidores, sino líderes que despierten estos letargos sociales que nos está costando la vida. Yo me cuido físicamente, espiritualmente y psicológicamente no por que soy una obsesiva del bienestar, sino porque no voy a permitir que el sistema me agarre desprevenida. Estoy lucida, despierta y saludable, y al menos hasta que siga viva voy a hacer todo lo posible para aportar mi grano de arena en este desmadre.
Onward!