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Día de la mujer (2021)

 

Hoy es el día de la mujer, ¿empiezo por felicitar a los creadores del lenguaje inclusivo, la erradicación del género en el planeta o las feministas por no representarme en lo absoluto?

Porque vamos chicas, colgarse un pañuelo verde semidesnuda en una plaza no me acerca a mis derechos ni por asomo.

Lo que sí me acerca a mis derechos es reclamarle a los dioses que ustedes pregonan que dejen de favorecerse con el aborto, la esterilidad y la infertilidad que ellos mismos promueven. 

Y si siguen defendiendo al estado por apoyarlas, puede que yo misma salga a la calle a regarlas con gasolina.

 

No voy a darles una clase de historia y sentido común en “nuestro día”, pero si este marketing no es suficiente para que despierten de la batalla que los políticos quieren generar entre el hombre y la mujer, entonces la igualdad de la que ustedes sueñan está más lejos que de la sobrevivencia de nuestra especie. 

Aclaro que soy consciente de que cronológicamente durante décadas la mujer fue excluida y discriminada, aplaudo los movimientos de chicas transgresoras que nos trajeron hasta acá, pero estamos en el 2021, se terminó el show y el desmantelamiento de una estrategia milenaria por parte del sistema apelando a la división como método de conquista. 

Lo irónico de todo este asunto es que a nadie se le ocurrió plantear porque el enfrentamiento entre sexos, sino más bien destruyamos al enemigo. 

Cuando el enemigo en verdad siempre fue el globalismo impartiendo ideas para que entre nosotros (hombres y mujeres) exista una separación.

Entonces cuando las feministas salen a protestar por “mi cuerpo, mi decisión”, me dan ganas de decirles: sí, y también tu ignorancia por desconocer las empresas que te apoyan. 

Yo no sé ustedes, pero la mayoría de las feministas que yo conozco no trabajan o viven con los padres, tampoco me extraña, hay que tener tiempo para pintarse la cara, juntarse en la calle con sangre falsa y recrear un aborto espontáneo en el medio de la jornada laboral del resto de los mortales.

Seguramente habrá muchas que trabajan, pero claramente no en el campo de la investigación, porque si lo hicieran, se darían cuenta que los psicópatas que las financian y sacan leyes para defenderlas son los mismos que las quieren destruir.

Entiendo que no tengo la fuerza para montar una pared de cemento estucado—ni me interesa—y que al hombre tal vez tampoco le seduzca amamantar a su hijo. ¡Coño!, cierto que no puede, aunque si seguimos así puede que inventen un pecho de plástico para generar “igualdad”.

Por esto existen los roles, no para competir entre nosotros, para utilizar nuestras fortalezas (provenientes de nuestra naturaleza) a favor de la evolución.

No me autopercibo como hombre ni como planta ni como un ser andrógino; soy una mujer y no necesito que inventen un día para celebrarme ni que intenten hacer mi trabajo para estar a mi altura.

Si ladra y tiene pelos probablemente sea un perro, nunca vi que se armara la gorda porque la mascota no cumpla con los estándares sociales de la agenda cultural.

Ya tenemos bastantes desencuentros amorosos por culpa de esta separación alimentada por la tecnología, el amor “libre” y la revolución de querer asemejarnos al sexo puesto cuando eso jamás sucederá, está genitalmente comprobado.

Que las feministas se hayan querido poner a la altura del hombre, solo ha generado una desvalorización hacia la mujer, llevando nuestra sociedad a la promiscuidad, la falta de compromiso y la confusion con respecto a la verdadera libertad, que proviene del espíritu y no del ego.

Aspiremos a la igualdad, pero de nuestra especie frente al ataque del genocidio actual, no frente a los roles.

Yo deseo que el hombre me siga tratando como una dama, que se comporte como un caballero y que yo no le de un tortazo a cambio por no haberme entendido. 

Me encanta que me inviten a cenar y que no dividan la cuenta por dos y jamás vería como un insulto que me abran la puerta para dejarme pasar.

Valoro y admiro a todos los hombres que aún sostienen estas costumbres, y si las pierden, me encargaría de hacérselo saber sin humillarlos ni sentenciarlos.

Un abrazo a todas las mujeres que seguimos en la lucha por el amor y el respeto.

 

Ceci Castelli

 

 

 

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