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Estado civil: no vacunada

Entiendo que la contradicción ha gobernado este planeta desde los tiempos de Babilonia, pero cruzarme con fanáticos de la energía eólica que después terminan vacunándose, me pone iracunda. 

Estos tibios desinformados temen a que utilicemos armas pero se chutan una adentro del cuerpo que los va radioactivando conforme pasa el tiempo.

Querido Molino de Viento: en algún momento esta gente te puso de ejemplo. Te pido disculpas en nombre de la ciencia.

 

—Es que no entendes, Ceci, si no te ponés la vacuna te vas a tener que hacer 3000 hisopados  antes de viajar—me dijo un amigo que es médico.

 

¿Ven? Este es el problema mundial que estamos teniendo: la debilidad del espíritu humano. Tan enflaquecido que estoy empezando a asemejarme más a una vidente que a una periodista. 

La sociedad está empezando a creer que yo tengo poderes sobrenaturales (ya que los leo con tanta facilidad) y yo no sé cómo explicarles que solamente presto atención, algo que se terminó en 1999.

Arrancó con la tecnología, se fusionó con la fotografía digital, migró a las redes sociales y de ahí en adelante el narcisismo tomó protagonismo dejando los pellejos al sol de la decadencia cultural y social que estamos viviendo. Pero no quiero ponerme repetitiva, ya que mi vida ha mejorado y solo puedo hablar por mí, ¿no? ¿No era ese el núcleo de nuestra existencia? ¿Mientras a mí me vaya bien que importa lo demás?

Hasta hoy, claro. Porque después de esta vacunación masiva se han auto liquidado solitos. Hacerme el favor de subir una selfie cuando tengan una embolia cerebral también, ya que cuando se inocularon, fueron los primeros en desfilar la estupidez en las redes sociales.

Estado civil: no vacunada, con riesgo a ser inteligente hasta el final.

 

No conozco a mi segunda sobrina y hace dos años que no la veo a mi madre, porque el poder personal es así, no se entrega a cambio de un placebo para las emociones. 

Y el sistema hace 21 años que está alimentando nuestras emociones, ya que de esa manera nos manipulan, porque la emoción es tan primitiva como la razón, calar profundo con el estanque del alma es lo que el sistema teme. Pero están quedando menos guerreros en este plano que vacunas chinas. O creyentes. Ahora la religion es Tik Tok o Instagram o alguna aplicación con recetas de comida o de maquillaje. 

¿Sueno pesimista? Claro, porque utilizo la escritura para descargarme de una realidad que no me identifica. Y que cada día se aleja más de mi submundo apartado de las relaciones superfluas, el alcohol, las distracciones mundanas, los orgasmos intermitentes, la comida transgénica, la programación predictiva de un paraíso inflado.

Pero esta película ya la vi mil veces, y la historia siempre termina bien, el problema es bancarse la hora y media cuando ya sabemos el final.

Suspiro profundo y me alcanza con un 30% de no vacunados que van a defender mi siembra cuando los zombies empiecen a hablar raro y les cuelgue saliva de la boca.

Nos uniremos a debatir el futuro de la humanidad, sin metales que atraviesen nuestras palabras y con el noble coraje de una conciencia en extinción que se muerde la lengua por los tiempos que corren.

 

In God we trust.

 

Ceci Castelli

 

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