La presentación oficial
Parte de ser una escritora es escribir un libro, la otra parte es aprender a publicarlo, y cuando creés que se terminó la bachata de hacerlo todo solita, aparece la tarea de promocionarlo— al libro, claro, porque para vender mi imagen ya tengo una playlist de conciertos en vivo en mis redes sociales.
He llegado a recibir mensajes del estilo: “me escribís, me cantás, te amo”.
Pero las probabilidades de que ese amor me mantenga es más foráneo a que yo me dedique a la cocina. Imposible y fraudulento.
Entonces mientras sigo autogestionando esta empresa de bloguera con cantimploras de agua bendita colgada de la cintura, también continuo contratando empleados para que mis finanzas algún día se dupliquen por haber ayudado a tanta gente.
Madre Teresa versión 2020 here I come! Nada más que en vez de ayudar a los pobres, ayudo a los millennials a que sigan ganando más.
Sé que todo vuelve en la vida, pero no quisiera recolectar mis honorarios cuando el Coronavirus haya arrasado con la mitad de nuestra especie.
— Ceci, hay un 1% de chance de que te mueras por ese virus, me dijo Lucía el sábado.
— Lo sé, pero también hay un 1% de posibilidad de que te ganes la lotería y yo me la gané.
Que no cunda el pánico gauchos, fueron solo cien dólares en una raspadita, si me hubiera ganado los sesenta y cinco millones que están disponibles, no estaría escribiendo sobre como sigo pagando para hacerme famosa—porque cuando sos millonario la gente te admira tanto que te da las cosas gratis. Cómo ese crucero me está pasando bien lejos, de momento tengo que ponerme el autobronceante solita y esperar a que Larry Page ponga mi página web a la par de los algoritmos de la bolsa.
Hablame del 1% ahora.
Así que me metí en los clasificados por internet y busqué un filmador para crear el booktrailer de mi libro. Lo encontré rápidamente y se llama Ben.
Me cobraba menos que mi profesora particular de matemáticas del año 1992. No tenía muy claro si iba a filmarme o me iba a asesinar con el trípode, así que tuve que tomar precauciones y llevármela a mi amiga Lucía al set. El set: la magnifica ciudad de San Francisco.
La actriz: Cecilia Castelli. La protagonista: Lucía.
— ¡No Lu, salí! Le tuve que decir a Lucía mientras Ben me filmaba saliendo del bar en donde rodábamos la primer parte.
Lucía creyó que al cuidarme tenía crédito para salir en la filmación, y la verdad es que no puedo imaginarme hablando de mi libro frente a cámara y ella asomando la trompa como si estuviéramos en Daytona Beach rodando para el NASCAR.
Pero Lucía es de Aries, y a los arianos nos gusta el primer plano, así que mientras yo aparecía hablando sobre como se creó Querido estado civil, Lucía salió en toda la filmación apoyada en alguna pared por donde pasábamos con la Nikon D750.
Así estamos, filmando en grupo y desembolsando dinero para que mi libro me de nietos urgente.
De momento puedo prometerles una sola cosa: que el 17 de abril en Rosario (Argentina), es la presentación oficial de Querido estado civil.
Espero verlos a todos ahí, más no sea con una máscara puesta listos para darme el “sí quiero”. No habrá damas de honor ni un estúpido ramo de flores volando por el aire, solamente una chica ilusionada de casarse con el arte y vivir de sus regalías viajando por el mundo.
¡Nos vemos en la fiesta!