El lado C del amor
Gabriel Rolón es un psicoanalista argentino del cual he leído todos sus libros. Puedo decir una sola cosa: sin desperdicio.
Para un bicho de diván como yo claro, para el que niega la existencia de las enfermedades emocionales puede relojear a Jorgito Bucay. Un capo en hundirte la autoestima más de lo que ya la tenias y un profesional en el plagio internacional.
Gabriel en cambio te pasea por los síntomas, traumas, revelaciones y citas de científicos como Freud y Lacan. Te acaricia con la memoria de el archivo de datos ancestrales que es el inconsciente y termina escribiendo sobre el deseo y el amor. Que según él, son dos cosas separadas. El cuenta en su libro “Encuentros” (el lado B del amor) que se puede estar muy enamorado de alguien y puede no estar el deseo, y que el deseo en verdad existe porque es algo que jamás se termina de alcanzar, por eso es un deseo y por eso existe la infidelidad. El tema es mucho más complejo que mis recursos de comunicadora en auge, pero me pareció muy interesante cuando menciona que hay que ser muy fuertes y decididos para no serle infiel a alguien. Y que se puede estar muy enamorado pero tener necesidades físicas (pulsiones) paralelas a la persona que uno ama.
Mi debate interno sacó la loba en mí y discutí este tema con Rolón por 45 minutos antes de irme a dormir, porque siempre lo sostuve, la ciencia sin espiritualidad es una pata renga. Él sostiene que con el amor no alcanza, que para que una relación funcione tiene que haber más que amor, y este es el problema de la mente, nunca será suficiente y siempre seremos unos eternos insatisfechos. Y si miramos al ser humano desde un lugar estrictamente cerebral Rolón está en lo cierto, pero si evaluamos la psiquis humana en su totalidad esto es desacertado, porque somos mucho más que nuestra conjugación mental, nuestra cultura, nuestra infancia y nuestra educación. Por eso la psicología no alcanza para salvarnos y elevar nuestro nivel de consciencia. Porque sin espiritualidad estamos básicamente perdidos en el análisis. De hecho la ciencia revela que utilizamos solamente el 7% de nuestro cerebro, ¿y con esto pretendemos salir al mundo y declararnos inmunes? Demasiado trabajo sin las herramientas que nos completan. Es como si la psicología descartara de alguna manera a el alma, que es el poder que en verdad nos cuida de la mente. Por esto creo que hay tantos conflictos en el terreno de las relaciones, porque operar desde el Ego es una masacre indiscriminada.
No voy a discutirle a un psicoanalista como Gabriel la importancia de estar afilados en el campo del conocimiento, pero de ninguna manera voy a confiar en el mismo para guiar y dirigir mi vida, porque si hay algo en que no creo incondicionalmente es en el pensamiento. Mucho menos sabiendo que está tan condicionado por mis vivencias y no por la realidad que es infinitamente más profunda que las migas de mi estructura.
En cambio, me apoyo en mi percepción que no necesita procesar las emociones porque sabe la verdad sin codificarla a través del prisma de mis experiencias. En su libro el escribe y repite que el amor incondicional no existe, y tiene razón, porque en la mente jamás podrá existir. Ya que para que el amor sobreviva tenemos que ser capaces de mirar más allá de nosotros mismos. No es casualidad la frase que recita que la fe mueve montañas, y sí, hay que mover la montaña del ego y hacerse a un lado para que entre la luz en vez de la razón. Sino al final terminaremos en polémicas intelectuales viciados por la pasión, necesaria pero no fundamental.
Tampoco es que me siento favorecida en el tema, ya que a mí me salvó la meditación…no puedo responsabilizar a nadie más ya que ella fue la que aquietó mis pensamientos para que ingresara la felicidad en la que nadie cree porque estamos tan contaminados por el ruido de vivir.
Y permitime Rolón que te diga algo desde mis humildes fondos líricos…no podemos curarnos desde el mismo lugar que nos enfermamos, al menos si queremos sanarnos y al menos si alguna vez queremos ser verdaderamente libres.
Un beso en la frente para todos los allegados.