Blog

Halloween 2018

O yo estoy envejeciendo o encajar socialmente agotó mi pipeta intelectual. Demasiado ruido y poca sustancia. No fui la única en acordar con esta visión, mi querida amiga colombiana que se encontraba en la fiesta este sábado también sufre del mismo mal congénito que yo: tolerancia cero a la superficialidad.

 

Era una fiesta de Halloween, donde la gente en vez de aprovechar de poder ser otra persona repiten patrones con una máscara puesta y un par de tragos encima. Todos muy buena gente la verdad, no quiero enviar a la hoguera a nadie—menos en noche de brujas—pero creo que si no empiezo a tomar alguna bebida blanca no resistiré a cambiar un libro por una persona. 

 

— ¿Y vos, a quién conocés en esta fiesta, y de qué trabajas? Me preguntó un alma en peligro.

 

— ¿Yo? No conozco a nadie y soy actriz porno. 

 

Eso debería haber silenciado a mi víctima, pero a los humanos les gusta el debate y el borracho involucrado siguió con el cuestionario como si  estuviera entrevistando a Nastassja Kinski.

 

— Mirá, no te ofendas cariño, pero no soy de las que hablan.

 

Cualquiera que hubiera escuchado mi respuesta y me conoce le hubiera puesto un bozal a mi infancia, que es en donde nació mi verborragia sin  retorno. Pero tenía que arreglármelas para sacarme a los vampiros de encima, después de todo…Era Halloween, y de seguro que ninguno de ellos me mordería el cuello para transformarme en una criatura misteriosa e inmortal, sino para chuparme la sangre hasta dejarme sin combustible para volverme a casa.

Con todas las mujeres que hablaba, se quejaban de dos cosas: que estaban con alguien que quería hijos, o que estaban con alguien que no quería hijos y esto de alguna manera les causaba un conflicto.

 

Me reivindico, estas chicas deberían haber tomado la bebida blanca por mí. O algo blanco, cualquier cosa que las lleve a relajarse y dejar la check list en la calabaza en donde estaban los caramelos que les dábamos a los niños cuando tocaban la puerta.

 

— ¿Perdoname, pero no existe otra cosa en tu vida que querés mucho? No sé, ¿tipo surfing, o a una abuela, o aprender a maquillar por You Tube?

 

Seguramente pensaron que era andrógina, pero de andrógina a actriz porno hay una sola definición: urgente a casa a leer un libro.

 

— ¡Ceci! No te reconocí con el disfraz—me decían mis amigos argentinos con el amor de siempre.—Ni yo tampoco a ustedes sin estar alcoholizados. 

 

¿Se pensaron que Halloween iba a silenciarme? Estaba peor que nunca, bailando sola con una limonada en la pista en donde el DJ y yo nos entendíamos a la perfección; sudando el maquillaje de mi disfraz y evitando todo tipo de encuentro con gente llenando su vaso de lo que los científicos del comportamiento llaman autoestima. 

El problema nunca fue el alcohol, el problema es que la maldita sustancia trabaja como placebo y esto de alguna manera los deja ser sin tener que trabajar duro para lograrlo.

Me llené la panza de golosinas y tacos vegetarianos, una piñata incombinable para mis dietas estrictas de monje en la cima. ¿Qué otra opción tenía, escuchar a una persona más abatida por un fracaso amoroso? Cómo pueden los patrones culturales gobernar el espíritu de una fiesta jamás lo entenderé, pero que la música no te genere el mismo escozor…te da el índice de pobreza en la que estamos metidos.

Entiendo que procrear sea la MECA para mucha gente— y créanme que lo sé— pero que esto se apodere de tu vida habla más de tu desequilibrio que de tu meta en sí.

 

Es como que esta carrera de la fecundación del óvulo con el esperma está evidenciando más una carencia que un talento: el ser padres.

 

Y francamente entre ustedes y yo, estoy hasta la zorra. ¿Será posible qué esta obsesión haya llegado a fechas tan importantes cómo Halloween? 

¿Dónde quedó el amor por el arte, la creación, el ingenio y la diversión? 

Entiendo que a lo mejor no era mi noche, ya que fui la única que se disfrazó para ganar el concurso de heavy make-up y no para escuchar a gente que jamás volveré a ver, pero sufro de objetividad, y siento que para que este mal me abandone tendré que cambiar de profesión.

¿Me habré vuelto adulta sin darme cuenta? ¿Seré más ermitaña de lo que pensaba? ¿Cómo puedo negar el fruto de la verdad cuándo me está tirando contra el espejo hasta que la deje salir? 

Saludé a mis amigos que empezaban a soltarse después de un par de cervezas y me dirigí hacia mi caballito blanco que me llevó a casa.

Ahí, donde Oscar Wilde me habló con un corazón tan deshabitado como el mío; refugiándose en la prosa, la literatura y el arte de existir en un mundo que no favorece a sensibles.

Add comment


Security code
Refresh