Blog

Nuevos amigos

¿Estás viajando sola? Me preguntó un caballero con ojos haciendo juego con el color del agua y unas pestañas que podría haber usado de tobogán; interminablemente largas y arqueadas. 

Estaba sola en una playa de Tulum, parada mirando el horizonte esperando a que bajara una maquina de pochoclos del cielo para que me acompañara con la película que estaba viviendo. Pero el Universo es mucho más inteligente que el hambre y en cambio me envió a un español de Madrid para que empezara mis vacaciones con el pie en Europa. 

Una fusión de paraíso ingobernable y conversaciones intelectuales para que estar tirados en la arena tuviera sentido.

 

—¿Qué hace una chica cómo vos sola en este lugar? Me dijo el osado jugándose la percepción. 

 

—Soy la chica lado B de un disco que escuchaste mil veces. 

 

—Nunca escucho el lado B de los discos, por lo que podría decirte que tu afirmación no te favorece. Al menos no desde mi punto de vista.

 

—Exactamente. Mi personalidad no favorece. Estamos en un planeta roto espiritualmente, vivimos en un purgatorio de almas en peligro. La grieta cada vez es más angosta, mi compañía se ha vuelto V.I.P querido. 

 

—Dejame que me presente, mi nombre es Miguel, ¿el tuyo?

 

—Ceci, ¿y vos, por qué estás viajando solo? 

 

—Mirá, vivo en Chicago y estoy escapándole al frío. Me vine solo por cuatro días. 

 

—Ahora le dicen frío, en mi época era un divorcio. 

 

—Nah, lejos de eso, nunca estuve casado, ¿vos?

 

—Definime casado.

 

—No te conozco, pero seguramente es mucho más complejo de lo que imagino. 

 

—Bueno, ¿estamos de acuerdo con que el matrimonio es la finalización del ego? La gente no quiere compromiso, quiere una compañía para no tener que enfrentarse al monstruo de sus propios pensamientos, y lo que no saben es que después de un tiempo de casados esos pensamientos se duplican. Humanos, una raza incurable.

 

—Pero Ceci, el mundo está lleno de gente así. Creo que es la frecuencia de este lugar.

 

—Sin duda, creéme, no sé en qué coño estaba pensando cuando decidí bajar acá. Pero ya lo hice y ahora tengo que tomarme vacaciones para que el viaje no sea tan largo.

 

—Bueno, no te veo muy infeliz que digamos.

 

—Si mi bienestar dependiera de mi circunstancia, estaría como la mayoría de la gente: perdida, aburrida y probablemente emborrachándome para distraerme de mis problemas. 

 

—Uf, sos implacable Ceci, pero ahora relájate, estás de vacaciones.

 

—¿Y la lucidez es símbolo de estrés?, sonamos, tenemos a otra víctima del sistema, cariño. Aparte no sé, ¿conocés a alguien que pueda prender y apagar el pensamiento crítico? No soy un ser fragmentado que puedo optar por ignorar las verdades universales que me atraviesan. Y sinceramente, ni quiero. La gente ya me tiene sobrepasada con su inconsciencia, es verlos y recibir los resultados del Cat Scan en quince minutos. No pueden más de básicos, y los que no lo son, sufren de complejidades tan extremas que terminan siendo unos inseguros para la guillotina. Hoy por hoy encontrarse gente sana es como una lluvia de meteoritos: esporádica y milagrosa. 

 

—Entonces celebro esta estrella en mi camino.

 

—No te confíes tanto, soy de golpear fuerte cuando aterrizo.

 

Hablamos mucho y terminó pidiéndome el número de teléfono, algo que quise evitar ya que a mí tampoco me gusta el frío.

Seguimos en contacto, y quedará grabado en mi recuerdo como las pestañas que siempre quise y nunca tuve. Afortunadamente los talentos se reparten equitativamente en este planeta, no tendré esos ojos, pero mi nariz ha reemplazado a todas las facciones que han querido humillarme en mis vacaciones. 

 

Para vos Migue, que me salvaste el verano. Gracias.

 

Ceci Castelli

 

Add comment


Security code
Refresh