Fraude electoral
Querida abuelita, no te preocupes que nadie desde el cielo puso tu voto en la urna porque ahora los muertos también están siendo llevados a la corte. Y sé que siempre le escapaste a los conflictos legales porque fuiste honesta hasta el último día.
El fraude electoral más grande de la historia, no porque no haya sucedido anteriormente—el poder es corrupto desde que los cazadores y recolectores avanzaron con las técnicas agrícolas—sino porque esta elección representa la libertad de expresión del planeta entero.
—Ceci, ¿sinceramente creés en la política? Divide y reinaras, acordate—me dijo mi amigo Dany con su sabiduría interior perteneciente a otro sistema solar.
Pero el tema es que en este planeta dependemos de un sistema judicial (nefasto) y una constitución que representa nuestros derechos. O sea, a mi me encantaría poder cruzar todos los semáforos en rojo porque la gente maneja como la chingada, pero lamentablemente sé que si todos haríamos lo mismo terminaríamos estrellados contra un limite necesario.
No, no creo en la política, porque es una lucha de poderes, pero en ese poder se juega mi libertad, si ese no fuere el caso, estaría preparando mis valijas para Tulum y que se maten entre ellos—como lo han hecho siempre.
Lamentablemente, el sistema político—por falta de interés por parte de la sociedad—ha escalado estrepitosamente tomándose el atrevimiento de decidir por todos nosotros. Si la gente sería consciente de esto y luchara por cuenta propia, estos tipos nunca hubieran llegado a gobernar. Pero, esto es como pedirle a una oveja que sea un lobo, no está en su naturaleza. La política lo sabe, y por eso ha creado un sistema para manejarnos. Dentro de ese sistema hay diferentes corrientes, y solo Dios y yo sabemos que la mía jamás será representada por el Marxismo— lo cual no la hace mejor, pero al menos no tan siniestra.
Elegí una postura política porque el anarquismo en un mundo como este no paga mis impuestos, ni defiende mis derechos, ni penaliza a los criminales. Entiendo que mi amigo hace hincapié en que el sistema es corrupto por naturaleza también, y no puedo negárselo; la división no es más que una estrategia oscura de la ilusión de una esperanza en bancarrota—pero no menos efectiva a la hora de votar al menos cínico.
Si viviéramos en el planeta “amor”, no existiría el poder ejecutivo, legislativo y federal, pero acá, en esta dimensión donde predomina el ego, la competencia, la ignorancia y el egoísmo, los gobiernos nos representan a la perfección. Son el espejo de nuestra decadencia y de la falla más grande que tenemos: la falta de amor.
La falacia de ser independientes del sistema nos pone un escalón más arriba de nuestros pseudotalentos, creernos superior a las leyes preestablecidas que nos mandarían directo al matadero si no cumplimos con las normas . Ahora, si sos un yogui de la India que has revertido esta idiotez llamada “paradigmas jurídicos constitucionales” y no consumís un café de Starbucks, ni te vestís con Gap, ni cenás en restaurantes ni viajás en avión, entonces sí, estás apto para atravesar paredes y dejar tu ego fuera de la ecuación elevando tu espíritu a que tome la delantera de todas tus decisiones, incluida la emancipación de tu cuerpo.
Pero mientras vos y yo sigamos consumiendo películas, libros, drones, autos, computadoras, teléfonos, trípodes, música, paseos en barco, masajes en Tailandia y flores de Bach, seguimos perteneciendo a un sistema financiero que nos sigue manejando como quiere porque sabe que eso nos da placer. Creo que la diferencia es descubrir que no lo necesitamos para ser feliz, aunque disfrutarlo hace que la vida sea más colorida.
Y no amigo, nada de esto me dará la libertad de la que vos y yo soñamos, pero tal vez no vinimos a este mundo a derrocar un sistema en contra de nuestros objetivos, a lo mejor estamos acá para habitarlo desde adentro y amigarnos con la idea de que la verdad siempre triunfa, aunque prefiero que me agarre viajando lista para gozar de la próxima aventura.
Te quiero, sabelo.
Ceci Castelli