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La Cuna de los Recuerdos

Cumpleaños doble y un festejo en una mansion en la colina de San Francisco puede solucionarme mi sábado por la noche en la ciudad más diversa del mundo. El dueño y cumpleañero, un ecuatoriano millonario, la cumpleañera, Mariana de los vientos, los invitados, José Gregorio y el regreso de su panza y Arturo My Lord con su barba de 45 pulgadas. La noche estaba garantizada…muy pocas veces en esta ciudad uno consigue reunir a gente con tantas agendas sociales a reventar. Llegar a la casa me llevo varias subidas circulares entre las chozas de los venados y las familias de los mapaches, pero una vez estacionada la música solita me indicó el camino. Esteban, el cumpleañero, había decorado su habitáculo con los globos que sobraron de los Oscars y todos habíamos llevado un plato casero de nuestros países, al llegar a la mesa de las naciones unidas divisé una pascualina rellena con verdura y huevo que si mi abuela no había resucitado para cocinarla le pegaba en el palo, en cambio tuve la fortuna de dar con un Argentino que la hizo en el hornito de su cocina en San Mateo. — Ceci!! Te presento a mi amigo Pascual, es de tu ciudad natal, Rosario. Nah! De seguro había una confusión…¿Se habrá referido a Rosarito, Mexico? No…de R-O-S-A-R-I-O, código postal 2000 y 100% de humedad. Argentino de mis pagos de la calle Entre Ríos y Catamarca, a 20 cuadras de la casa en donde me crié. No conozco muchos argentinos, pero dar con uno que me cocine reunió dos deseos reprimidos que Freud diagnosticaría lapsus del inconsciente. Cuando la noche había arrancado de la mejor manera posible— con 7 octavos de tarta en la boca reviviendo mi infancia— se me acercó una chica y me preguntó si yo era Cecilia Castelli, mientras me limpiaba las comisuras de la boca de las migas del hojaldre le contesté que sí, que de donde me conocía. — Yo leo todas tus historias por internet y te considero muy divertida. Alimentada y famosa de un golpe solo levantó mi autoestima y me vi repartiendo autógrafos imaginarios con la única mano limpia que me quedaba.— ¿Vos me decís en serio? — Si! Me encanta como escribís! No sé como llegué hasta tus relatos pero ahora encima te conozco en vivo. Esto, y que me entregaran la escritura de mi casa frente al mar era lo mismo. Humilde por naturaleza como verán…ahora solo me faltan los millones de dólares que de momento Esteban está gozando bajo mi talento. No seré una mujer de negocios como él, ¿pero quién se atreve a que lo reconozcan por su escritura? — Mirá querida, te digo como sigue esto…vos y yo vamos a ser amigas. Ella de San Luis, yo… ex-rosarina mudada a la Luna. Entre tanta gente de distintos países di con muchos alemanes, un par de borrachos buscando amor, y la hermosa panza de José Gregorio que más que volver al ruedo se instaló for good para que regrese nuestra amistad. Hace un tiempo atrás la había perdido y esto tuvo un impacto muy fuerte en nuestra relación, pero ahora podemos decir que atravesamos la crisis juntos y todo volvió a su lugar. A la media hora de sentirme una estrella de Jolywud apareció una pareja argentina en donde él caballero se asemejaba mucho a Ricardo Darín, sin el cigarrillo en la mano y los dientes amarillos claro. Su mujer, una diosa de un planeta vecino al mío, fresca, alegre y absolutamente desapegada a los dramas que corren en esta dimension. Ella se asombró por mi espontaneidad, pero solamente un talento reconoce otro talento. Con el único que no me llevé bien anoche fue con Arturo My Lord, porque se dejó la barba tan larga que pensé que me haría una regresión en el sillón del living. Un chico tan lindo tapado con tanto pelo no combinaba per niente con los globos y la decoración de anoche. “Lady…hear me tonight, can’t you see, you’re my delight…” me declaraba Modjo recordándome mi adolescencia en mi ciudad natal. Hacía 17 años que no escuchaba esa canción y la playlist de Esteban hizo ruido en mi alma en donde se tropezó con la pascualina que estaba a medio camino para la digestion. Cuantos recuerdos todos juntos, faltaban las boleadoras colgadas en la cocina para que mi sábado diera con el broche de oro cronológico de mi vida. A las 2 me despedí de los cumpleañeros y a las 3 estaba soñando con el monumento a la bandera, los mosquitos, los camalotes y una palometa que me mordía el tobillo mientras me terminaba un alfajor de maicena. No será el sueño americano, pero Rosario es así, te deja marcas de por vida. Buen Domingo para todos gauchos!

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