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Estado civil: pintora

 

¿Alguien necesita un pintor? porque además de tocar la guitarra, escribir y cocinar huevos revueltos, también pinto. ¿Se acuerdan cuando les conté sobre la autosuficiencia? Bueno, se ve que me quieren sacar buena, ya que algún espíritu qué no emigró para el otro lado empujó para que me lo sacara al pintor de encima y continuara el trabajo yo solita. No fue mi intención, pero el guatemalteco cobraba por hora, y se tardó 180 minutos en darle una primera mano de pintura a los azulejos del baño. No entenderé mucho de números… pero como no lo estuvieran operando de una apendicitis, la matemática no me cierra per niente.

 

— ¡Pero Ceci! Como no me consultaste…nunca se les paga por hora a los trabajadores, ¡siempre por proyectos! Me dijo mi madre muy entendida sobre el tema.

 

Ajá, ¿y ahora también tengo que saber manejar la agenda comercial de un maestro mayor de obras? Universo, ¿por qué no me haces el favor y me matas así vuelvo a nacer con todas las herramientas que necesito?

Hasta me escribieron un ‘te amo’ después de subir una foto mía pintando en mis redes sociales. Nos quieren sumisas pero después nos quieren independientes, decídanse, porque lo que no puede seguir pasando es que yo cumpla con todo y un empleado me forje el carácter.

A las 3 horas le tuve que decir que se vaya; me puso muy nerviosa con ese tubo de aerosol sacudiéndolo cada 2 minutos y esperando a que el tiempo pasara. 

 

— Tomás, ¿cuánto tiempo más pensas que vas a tardar en terminar esto?

— Y más o menos 4 horas.

 

Soy yo, ¿o este chico tampoco es bueno para los números? Pero sí descubrí su talento: psicología en albañilería. 

Tantos estudios basados en el comportamiento de las emociones ¿y qué tal un albañil que te estafa por ser mujer y no dominar la brocha?

Al final mi amiga Leticia tenía razón, podía hacer el trabajo sola, pero si este fuera un planeta honesto hubiera pagado con gusto para que me lo hiciera otro. En cambio, tuve que ponerme un pañuelo en la cabeza, una máscara para visitar Apollo 8, unas gafas para operar a un rinoceronte y mucho pulso para no escribir con aerosol un grafiti en mi propio baño.

 

— Che nena, ¿qué pasó en ese lugar? parece que estás descuartizando a alguien.

No, solo tirando ácido fluorhídrico adentro de la bañera para tirar a todos mis ex novios adentro. Gajes del oficio, supongo que la albañilería saca lo peor de uno afuera. 

Por supuesto que al no calcular un plato de comida para uno, mucho menos puedo saber la cantidad de pintura para el metro cuadrado. Sábado 2 de la tarde… y en vez de estar echándome unos claritos en la peluquería, me encuentro en el ala 3 de la ferretería con más cosas del mundo descubriendo que debería haber sido millonaria. 

La vida clase media ya no puede más contra mí, me quiere sacar buena pero yo ya no sé como explicarle que no hay más nada para pulir. Cumplí con todos los roles; saqué todos los clavos, arreglé ruedas pinchadas, cables pelados, hombres en bancarrota emocional, y hasta di consejos de convivencia a una pareja de amigos. ¿Qué más quiere este mundo de mí? 

Querido Karma: te voy a decir algo y no lo olvides, nuestra deuda está saldada, y como sigas con esta chamba el que va a terminar de pintar mi baño sos vos, ¿me oíste? 

Un revoleo de ojos, 64 dólares y 4 frascos después…otra vez me encontraba en la escena del crimen como dama de honor de la fiesta que se habían echado los materiales en mi nombre. 

 

— Bueno Ce, pensalo de esta manera, sos una persona que no dependes de los demás para resolver tus cosas. Esto nunca puede ser algo malo, me dijo mi amiga Leticia. 

 

No, claro, lo malo es que podría estar viajando en primera clase con un tigre de mascota y dos guardaespaldas y me encuentro en el baño de mi departamento discutiendo con la cinta aisladora. 

Los azulejos quedaron divinos ( sé que no me pueden ver pero me estoy besando el hombro), lo que no quedó divino fue la bañera, que ahora resalta su fealdad teniendo como vecinos a los azulejos. Parece una propaganda de Colgate; dientes amarillos, dientes blancos. 

Urgente llamada al dueño del inmueble reclamando una bañera nueva, espero que no sepan de mis talentos…porque lo único que me falta es que me la hagan cambiar a mí. Gauchos, no teman, el martillazo no es lo mío, lo mío es el ácido flurohídrico…prefiero matar a los responsables que dedicarme a la construcción.

 

Un beso ultra-blanco para todos,

 

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