Sábado astrológico
El fin de semana tuve la fiesta del primo de Esteban, gente millonaria con casas en barrancas con vistas a mi futuro: diecinueve hectáreas a mi nombre.
Su primo es gay y está jubilado y ya lo amenacé que entre su tiempo libre y su palacio podría organizar más fiestas— de personas de mi edad, claro.
Me lleva veinte años…Y si bien es un amoroso total, esa Guest list necesita colágeno urgente. Aunque sea con Botox y buenos odontólogos que sepan hacer un frente de porcelana como la gente.
Yo los quiero a todos por igual, pero si se van a recauchutar, por lo menos contraten profesionales serios. Mucha faja reductora, extensiones de cabello y tintura vencida después… Me encontraba pegada a la estufa eléctrica en el patio de la mansión con la boca llena de pastelitos de chocolate. Yo rezaba para que nadie me viniera a hablar, o para que ningún señor mayor compitiera con el dueño de la casa diciendo que él tenía una propiedad muy parecida.
Al dinero se llega de tres maneras: por herencia, por merecimiento cósmico (mi caso) o por ego. Y estoy tan cansada de escuchar a los narcisistas promocionar sus capacidades laborales o status quo que si no me tiré por la barranca el sábado fue porque alguien se estaba por tirar por mi: Esteban. Él, por amor, yo, por aburrimiento discursivo.
¿Dónde vivís? ¿De qué trabajás? ¿De dónde sos?
Si considerás que esta información te acercará más a mi persona, acabás de empujarme por la colina, hubo rodada y todo.
Cuando dieron las once y decidí partir…Llegaron unos hombres de mediana edad ( diez años menos que el dueño de casa) y me regalaron una prótesis de juventud. Motoqueros y aventureros amigos de Esteban.
Para entrar en conversación les leí el horóscopo (inventado por mí) para que sepan que es mejor hablar de astrología que de los éxitos mundanos que me tienen hasta la zorra. Los incineré a todos sacando a la luz la miseria de cada signo, aunque el más perjudicado fue un acuariano.
La conversación fue algo así:
— Lamento que tu nacimiento haya sido un error—le dije.
— Dejame adivinar, te ex era de acuario— me contestó lúcidamente.
— Estás en lo cierto, pero tu signo es una basura desde los tiempos precristianos en Babilonia. Que fue mucho antes de que yo conozca al imbécil de mi ex.
— Lamento que hayas tenido una mala experiencia, pero somos gente libre y eso a veces es malinterpretado.
— La libertad es responsabilidad, cariño; los signos de “aire” generalmente tiene un problema grande con la responsabilidad. No quiero asesinarte de entrada, pero vas a tener que hacer mucho más que esto si querés convencerme de ser un buen tipo. Como por ejemplo, ¿por qué estás soltero?
— Porque en mi última relación me terminé aburriendo, ¿y eso qué tiene que ver con mi signo?
No quería sonar como una loca defendiendo la astrología a cualquier precio, después de todo, el banco de astrónomos no me paga por sentenciar a mis clientes, pero el aburrirse de todo también es un síndrome del signo de Acuario. Bueno, y de los humanos primitivos también. De todas maneras no podía juzgarlo, no conozco su exnovia ni su relación consigo mismo para saber con exactitud que pasó ahí.
— Está bien…No voy a sentenciarte por ello y tampoco sé que venís a buscar en esta vida; yo conozco gente que es asexuada y su leimotiv es la cocina.
Creo que la palabra “asexuada” sonó como si le hubiera prendido fuego la moto…Esa con la que sale a pasear su halo italiano y su sonrisa varonil y seductora.
Terminamos hablando de relaciones, aventuras, viajes, culturas y el maldito signo de Acuario que me persigue hasta en el norte de Estados Unidos.
— Pero pará, pará, ¡Lo que importa es el ascendente!— dijo Mariana, con ascendente en Géminis ( un signo peor que Acuario).
— Ah nooo chicos, lo único que me falta ahora es que también tenga que estudiar a la gente según su ascendente— dije acaloradamente.
Les leí el horóscopo a todos y me fui a casa tranquila de saber que hice mi parte: ayudarlos a que pulan sus asperezas y que algún día seamos amigos.
Buen viernes para todos, Italianos incluidos.