Terminator
Señores y señoras, llegó la nueva raza “híbrida” al planeta Tierra. Niños nacidos de padres inoculados con la vakuna experimental antes de concebirlo. Ampliando, antes de que el óvulo se uniera con el esperma, los zombies se juntaron a hacer el “amor” y una mutación foránea se engendró en el cuerpo de la madre. Vamos, ¡el octavo pasajero!
Ridley Scott, check! Se cumplió tu sueño americano, llevar tu guión a la vida real.
El video de este delirio número 7000, me llegó hoy a través de mi querido grupo de pensadores libres y amantes de la evolución, cuando le di PLAY y vi a esos bebés girando la cabeza al mes de vida, con ojos saltones y moviéndose como si tuvieran 3 años, descubrí que estamos en las finales.
Creí que habíamos cruzado esa linea con online dating, pero después de observar esta atrocidad alterada genéticamente, no hay marcha atrás. Plantaron la semilla gauchos, y toda la gente vakunada será responsable de crear una generación que no llevará nuestro ADN, entiendo que nuestro código genético está completamente deteriorado por la estupidez humana, pero de ahí a confiar en uno que no conocemos, nos pone en evidencia.
¿Con quién tomaré mate este verano? ¡Con nadie! Me grita mi sistema inmune, porque vamos, compartir una bombilla con esta especie está bien chungo.
Escalofríos me bajaban por la médula espinal al ver los recién nacidos moverse como si ya lo supieran todo. ¿No pudimos superar el narcisismo y ahora nos chutaron esto? ¿Hacia donde estamos yendo?
—Hacia el iOS 14, baby! Me dijo un amigo fanático de los productos Apple—clonadores seriales de hipnosis visual—¡Nunca antes en la historia de la humanidad hemos vivido hasta los 90 años, nena! Me dijo orgulloso por nuestra longevidad.
—Correcto, y nunca antes en la historia de la humanidad hemos estado tan alienados entre nosotros, disociados de la realidad, viviendo un individualismo extremo. Pero es así como funciona la autodestrucción, te hace creer que vas por buen camino, y tu ego en anfetaminas aprieta el acelerador llevándose la verdad puesta. De repente un día te levantas y tu cáncer no miente, que es un producto de tu negación, pero guarda, llegaste a la ancianidad, ¡qué importa!
—Ceci, las estadísticas no mienten. Hoy vivimos más años, y eso nunca podrá ser algo malo. Sino fijate en la historia de la que tanto hacés hincapié; la gente en la Edad Media se moría a los 30 años.
—Mirá, yo no sumo años en mi linea de tiempo, sumo calidad, y te aseguro, con 30 años en este planeta me hubiera sobrado. No estoy comparando décadas, pero si lo hiciera, ¿por Dios jurame que esta no te parece la mejor?
—No sé, yo me siento bastante motivado al ver tantos avances tecnológicos y tanta creatividad alrededor mío.
—Creatividad fue Queen, Led Zeppelin, ver a mis padres cuándo eran jóvenes construir su propia casa porque no tenían recursos económicos para contratar empleados.
Un avance que construye por un lado y destruye por el otro es distópico. Pero supongo que esa es la bandera de esta generación, negar lo bestial detrás de cada progreso. Qué importa que nos hagamos mierda mientras avancemos con herramientas cojonudas que nos hacen brillantes. Después tenemos un hijo de 12 años pegado al celular sin interacción social porque la Play Station es el centro de su existencia. Por no enumerar el desfase neurológico, la lordosis prematura y la falta de endorfinas a una temprana edad.
Cortito y al pie, un resumen actual que mi amigo—como mucha gente que me lee—no quiere escuchar. Y eso está bien, si todos fuéramos buenos oyentes, este planeta no existiría, porque acá la mayoría habla sin parar.
Escuchan sin oír y se mueren por desfilar sus atributos neahandertales en una sopa de esclavos que llaman a la sobrevivencia la hostia del mundo.
¡Buen viernes para todos!
Ceci Castelli