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Una pandemia de incoherencias

La cantidad de alcohol y marihuana que he visto en las últimas tres semanas, no se la videollamada a nadie. Perdón, deseo.

El amor en los tiempos del COVID ha llevado a la humanidad a escaparle al silencio incluso frente a una pandemia, en donde en vez de aprovechar a conectarse con el séptimo chakra, han decidido experimentar con estupefacientes en una sala virtual.

Es para suicidarse, pero un funeral sin público no amerita que aún parta, sobre todo porque quiero ser cremada y de seguro que el censo dirá que fue porque tenía el virus. Ya participar en una mentira global es too much.

Entonces ahí es cuando agarro la guitarra y me pongo a rasguear aullando en lenguas para que mis hermanos me rescaten de una buena vez por todas. Pero mi suerte está echada y apareció uno de mis seguidores preguntándome: ¿Hay algo qué hacés mal?

No sé cómo contestarle para no decepcionarlo, pero la idealización nunca es buena, ya que hace quince años que vengo eligiendo a todos los equivocados, ese número nunca puede ser irrelevante para alguien que solo ve genialidad en mí. A lo mejor la que tendría que prenderse un churro de marihuana soy yo, transformándome en un ser como Bukowski, hundiendo penas y reciclando historias a través del arte.

Cuatro videollamadas con tanta gente alcoholizada me llevó a extrañar lo único que esta cuarentena me ha robado: viajar.

No echo de menos a la sociedad, ya que el 75% de los humanos son cómo tentáculos que te chupan hasta dejarte sin energía para seguir consolando sus miserias. Hablándote de sus problemas personales hasta el hartazgo, viendo de qué forma pueden utilizarte para que tu servicio cumpla la función que ellos no aplican en sí mismos. Unos zombies importantes con post doctorados y todo. Como para que no vivamos tan confundidos, si me cruzo con uno más.

Lo que no puedo saber con exactitud, es que si este seguidor me dijo eso porque quería tener sexo conmigo o porque le gustó la corbata de mi foto de perfil. A los fines, no importa, ser linda e inteligente solo me ha llevado a vivir para adentro, ya que al hacerlo para afuera en un mundo tan primitivo, ha logrado mas amenazas que elogios. Mi riqueza interior se la debo a la gente, que agotó mi pipeta intelectual de tanto sofocarme con problemas inexistentes. ¡Salud! 

Ceci, no sufras, me dijo mi amiga Jamie Lynn, a los humanos les gusta que los maltraten. 

No, mirá, sufrir es depilarte con cera hirviendo querida, enumeremos la estupidez con precisión, le contesté a mi amiga desde la quinta videollamada del día.

 

— Jamie, no podemos viajar, esto es SUFRIR. Yo estaría en Argentina en este momento, ¿entendés? Y si no fuéramos unas pichis diluyendo el alcohol con agua, estaríamos planeando nuestra viaje a Grecia, ¿capito?

 

— Bueno, es verdad, me dice mientras  riega las plantas mojando sin querer la cámara que nos une.

 

— Yo lo único que te digo es esto: termina este encierro mediático y me subo al primer avión disponible. Aunque me lleve a Wuhan a sacarme fotos con los chinos. 

 

— Pensar que hace poco estábamos en europa entrando y saliendo de aeropuertos creyéndonos inmortales.

 

— ¿Inmortales? Nena, si tengo que vivir eternamente en este planeta creo que la que se come el murciélago soy yo. Hace treinta años que estoy haciendo las cosas bien para irme por la puerta grande y nunca más volver, ¿y vos querés qué duremos para siempre? Te invito a que hables con la capa de ozono y te pase el informe del panorama de acá a veinte años. 

 

— Sabés qué sí, Ceci, creo que tenés razón, me dijo Jamie con la regadera pegada al pecho mirando el éter. 

 

— Esto se va al tacho antes de que tu inmortalidad se canonice, baby. Eso sí, ajustate bien el cinturón ya que no sé si nos agarra un tsunami, un terremoto, el séptimo sello, el anticristo, las vacunas de Bill Gate o los rusos. 

 

Las memorias de mis viajes son lo único que quisiera llevarme de este sitio, ya que me quedó poca gente sin querer habiéndoles dado mi amor incondicional a casi todos. Un libre deuda, que le llama mi póliza. Limpio, ordenado, coherente y sin registro de multas. Con un 08 listo para ser firmado. No sabré encajar en un mundo equivocado, pero tengo todos los papeles en forma para la próxima transacción: mi casa frente al mar sin vecinos.

 

Un beso en el codo para todos.

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