Ceci, Flamenco, Barcelona
Anoche tuve una cita con el flamenco; está más difícil encontrar un novio que te acaricie el pelo a que te pisen cucarachas al lado y te canten en gitano. Gracias Teatro Presidio, puedo corroborar que ha sido una buena noche, tal vez hasta haya una segunda ronda y todo.
Las anfitrionas nos pasearon por el suelo y el escenario entre cachetadas, palmadas, taconazos, gritos, lágrimas, drama y flores que volaban en el aire. Supongo que esto en Andalucía debe significar: me liberé del machismo enjaulado, o algo así. Tampoco entendí porque las chicas lloraban tanto mientras actuaban, pero el arte es incierto. Unas lloran y otras agarran la computadora y escriben sin parar; este último caso vendría a ser el mío, una chica flojita de palabra. Y menos mal, porque si tendría que bailar flamenco para ganarme la vida, viviría con los juanetes ardidos y la espalda a la miseria.
El espectáculo, un ocho cincuenta, no le puedo dar un diez porque en un momento del show se movían en cámara lenta y de fondo sonaba un mosquito que las perseguía, confieso que me dio ansiedad. Me crié en una ciudad llena de mosquitos, no estoy como para revivir mi infancia.
Cuando terminó la obra fuimos detrás de las bambalinas a felicitar a los integrantes, bueno, y a darle un abrazo al cantante que estaba más para el arpa que la guitarra criolla. ¿Les dije? Los pegasus también habitan los teatros. Que suerte la mía, ya que lo único que necesito es que un caballo volando me pida el número de teléfono.
Él, de Barcelona, yo, deslumbrada. Ahora la belleza desbocada ha arrasado con mis sábados de diez años de soltera. Podría haber sido un hombre de sesenta años con panza y pelado, pero no, era un auténtico bucéfalo pura sangra sin tierra ni corral trotando por las pistas de mi estado civil. ¡A tu salud Barcelona! Me has arruinado el fin de semana. Yo que estaba tan serena con mi decisión de esperar a que llegara un hombre iluminado a mi vida, este chico arrancó mis teorías de cuajo.
Tanto yoga para que un catalán me altere el equilibrio de un soplo.
Lo abracé fuerte y él a mí. ¿Existirán las groupies de flamenco o esto solo aplica para el rock? No le hubiera dicho que lo amaba porque eso hubiera sido algo precipitado, pero entre ustedes y yo, se lo merecía.
Después de haber sido atropellada por la perfección, me subí a mi coche
atravesando un atasco que me permitió recibir la llamada de mi tía que es viuda y vive en Los Ángeles. Ella es creyente y pide mucho por mí…Y en esta oportunidad me dijo que si quiero que las cosas se cumplan necesito hacer ayunas hasta las catorce horas. Genial, muerta de hambre y sin mi casa frente al mar. ¿Esto es lo qué la religión espera de mí?
— Ceci, fijate que San Francisco de Asís sufrió mucho para llegar a ser un santo— me dijo mi tía con su discurso evangelista.
— Tía, graduarse de este planeta ya es una tarea bastante difícil, ¿y vos esperás de tu sobrina una santa? Nah…Claramente elegí la familia equivocada para reencarnarme.
— Ceci, si vos querés que el señor te entregue tus peticiones tenés que poner de tu parte.
— Lo hice: treinta años de karma y una familia disfuncional. ¿Con qué más quiere castigarme el destino? Pagué mis cuentas tía, no me hagas pasar hambre también.
Soy vegetariana, no tomo alcohol, no soy promiscua, no fumo, estoy de celibato, ¿y ahora también me quieren dejar sin comida? ¿Alguien por favor que me explique el sentido de seguir viviendo?
— No exageres, Ceci…La renuncia es una manera de obedecer a Dios.
— ¿Cuál Dios, tía? ¿El tuyo o el mío? Porque el mío es cantante y acabo de darle un abrazo,
Discutimos de religión y espiritualidad por cincuenta y cinco minutos— la duración del viaje del teatro a mi departamento. Le prometí un café con leche a media mañana y mucha fuerza de voluntad, después de todo, soy su favorita…Y odio decepcionar a la gente por un triple de queso al amanecer.
Me fui a dormir soñando con el Dios del verano: el catalán. Uno, que más que sacarme la comida de la boca, me la hubiera traído a la cama junto con el desayuno y una sonrisa continental que me hubiera iluminado de lleno sin que tener que meditar por veinte años más.
¡Buen Domingo para todos!