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Querido 2021

 

Te llevaste a mi papá, pero me trajiste mi departamento frente al mar, y si bien un afecto jamás podrá ser reemplazado por un bien material, no es un acto menor tener al Atlántico como patio de casa. Cheers to that!

Huí del comunismo de California para habitar un estado lleno de guerreros que respiran aire puro y se lavan la cara con panzadas sociales. 

Los vakunados están cayendo como moscas debido al grafeno en sangre, y pasamos de conspiranoicos a profetas, prediciendo el futuro de una nueva raza gobernados por el miedo y el transhumanismo: zombie con bozal.

Las teorías empezaron a cumplirse y ahora el rebaño va por la cuarta dosis en donde está empezando a pasar de todo; desde humo craneal hasta guantazos en el piso con infartos empezando desde los 24 años hasta los 70. Jugadores de fútbol, periodistas, jefes de gabinete y gente como vos y yo, que pierden la vida por haber confiado en un sistema que JAMÁS los cuidó. Sueno dura, pero alguien tenía que darles una lección, y con esta, 2021, te pasaste. Por supuesto que no estoy revolcándome de alegría por esto último, ya que ver a gente querida partir por haberse chutado el experimento—porque una vakuna tarda 10 años—no me llena el alma de júbilo. Pero a decir verdad, este planeta es un hermoso canvas de esclavos durmientes que tienen que empezar a reciclarse si alguna vez queremos elevar el nivel de conciencia. Tal vez el experimento sea una especie de varita mágica que elimina del sistema a los débiles, para que algún día el verdadero amor sea lo que triunfe.

Pasé de comunicadora social a cínica profesional, y ahora la gente que me rodea es solo la que puede sostener un diálogo sin refugiarse en las promesas del estado.

Habito una región libre de bozales, y acá lo único que la gente se lleva a la cara es un trago detrás del otro. Aunque entre los borrachos y los borregos, me quedo con los alcohólicos, al menos están escapando de algo insostenible. Tanta gente con un pañal en la cara por tanto tiempo lleva a uno a hacer cualquier cosa, no se extrañen si mañana me ven con un pisco sour en una tarima. Han pasado dos años de esta dictadura y la gente todavía sigue posteando selfies con bozal. Shoot me.

Un delfín tiene más materia gris que nuestra raza; la gente está cansada de leer que siempre escribo sobre lo mismo ¡pero por favor denme motivos para escribir sobre otra cosa! 

Querido 2021, me devolviste la libertad, sos un año clave en mi vida, pero convengamos que si me hubiera quedado en San Francisco, algún zombie me hubiera estacado con su resentimiento tirando mis cenizas del Golden Gate. Las incompatibilidades no duran mucho tiempo, o evolucionan o se autodestruyen. Por eso cuando me siento en mi reposera en la playa, siento que de acá a 5 años, nosotros, los pura sangres, seremos el epicentro del mundo. Nada de que sentirse orgulloso, ya que este planeta está filtrado, pero es lindo saber que teníamos razón y que el cementerio estará lleno de “yo me quedé en casa y salvé vidas”.  Sí claro, menos la tuya, porque el resto de la humanidad estaba jugando al fútbol y celebrando cumpleaños mientras vos te chutabas la narrativa que te llevó a la tumba.

Víctimas del control remoto y el adoctrinamiento. Post grados en obediencia y amantes de la repetición y el miedo.

Les doy mi pésame antes de que partan, ya que serán tantos que no tendrán ni familiares que les lleven flores a su entierro. 

Engrafenados, infartados, tromboseados y asustados, de eso murieron. 

Por mi parte, yo estaré con mi libretita de la encarnación número 4000 suplicando que vuelva la creatividad, la sensualidad, el arte, la música, el afecto, los vínculos, el compromiso, la lealtad, el humor y la 5ta y última ola: la verdad. Para quedarse y aplastar a todo lo que no esté anclado en las profundidades del alma.

 

 

¡Nos vemos en el cementerio!

 

Ceci Castelli

 

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