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¡Que no se te o-curry!

No me peleen en la pista si me quieren sacar buena; fue mi codazo de ayer para hacerme entender en la noche de Bhangra. Sé que la cultura hindú es una machista, pero estamos en el 2019, y esto es Estados Unidos, no Mumbai.

Me hacían el baile del pollo sumado al de aflojar la bombita pensando que con mi nariz italiana yo no iba a poder brincar en un cardio full speed.

Punjabis: estoy en zapatillas, ¿ustedes se piensan qué esto es un accidente? 

Entre el turbante, la barba larga, el zapato de punta y los pantalones floreados, me tuve que tirar el pelo para atrás para que nada interrumpiera nuestra sesión y yo pudiera con mi estado físico y habilidad demostrarles mi Tikka Masala tirando la pierna al aire.

 

— Flaca, ¿cómo es qué te sabés todos los pasos?

 

— ¿Ustedes no son una cultura espiritual?

 

— Si, ¿y eso qué tiene que ver?

 

— Otra encarnación fui Punjabi querido. Traigo esto de otra vida. 

 

Me circulaban entre su olor a Hugo Boss y curry hecho por la madre pensando que yo me achicaría a desafiarlos con mis Nike gastadas, mi short desteñido y mi tolerancia cero para el macho alfa.

 

“Mein ap sai muhabat karta hoon” decía la canción que significaba te quiero mucho— lo sé porque me la cantaban con sus bocas bien abiertas llenas de dientes blancos mientras sus esposas estaban en la barra esperando a que terminara el show y pudieran sacarse los vestidos de una buena vez.

Valentina y yo estábamos sudando como dos vacas mirando al oeste en pleno verano, irrepresentables. Ya de por sí nunca nos interesó encajar en el modelo tradicional, en donde la mujer se comporta como una doncella y el hombre luce sus talentos con otros hombres—que esto es justamente lo que sucedía en la pista anoche. ¡A la chingada guey! Le dije a Valen, corrámonos a buscar otro grupo de punjabis un poco más humildes.

Cinco litros de agua y diecisiete servilletas para secarme la cara después…apareció Deepak, un amigo de hace muchos años que lo conocí en la pista bailando y que aparentemente le encanta enseñarme todos los pasos con lujo y detalle, aunque ahora apareció una lección nueva; las letras de los temas (en Urdu) a todo volumen con explicaciones fonoaudiológicas entre el sudor en la frente y 400 personas. Él me las repetía y repetía y yo copiaba y copiaba y más que pronunciarlas gritaba aleteando en la riña de gallos intentando sobrevivir a tantos aprendizajes.

Cada 20 minutos Valentina y yo pasábamos por un pre-infarto dado a la exigencia de poner nuestros cuerpos a la no-altura de la circunstancia.

 

— Che, Valen…yo estoy un poco preocupada, ¿cómo puede ser qué nos cansemos así? Yo hago deporte todos los días, no es normal esto.

 

— Si Ceci, y se llama edad.

 

— ¿La tuya o la mía? 

 

Valen me lleva 6 años, y a me me encanta tirar de esa soga y abusar del tiempo como si nos separarían 3 décadas, pero a la chiquita se la ve muy bien…y si no fuera porque sé en que fecha nació, la podría meter en la cartera y apostar su juventud en el casino. 

Está divina, pero no podemos negar algo: la paliza de los punjabis nos está dejando en la lona. El ibuprofeno 600 se ha transformado en mi libro de cabecera y no hay dolor de cuello que justifique tanto desmadre.

Es que nosotras somos como caballos de carrera, todo o nada. Y en la primera hora estábamos en el epicentro de nuestro estado físico, con flores en el cuello y todo, pero después de un rato de galopar sin parar se nos acabó la gasolina y quedamos chafadas tomando aire en la puerta abanicándonos con nuestro D.N.I.

Valen se quería comer unos tacos mexicanos del food truck que estaba en la entrada… y yo me preguntaba en silencio si ese no era nuestro problema; comer a deshora.

Hablamos con gente de todos los países del mundo y cuando di mi noche por finalizada me encontré con una chica de Argentina que lee mis historias por las redes sociales, ¿qué más le podía pedir a la vida?

Que ella dulcemente me dijera: Ceci, no te preocupes por los errores gramaticales de tus relatos, en serio, no quiero que pierdas esa sencillez que tenes para escribir por corregirlos.

Soltera por 35 años para que venga una lectora y me diga todo lo que mis exnovios nunca pudieron verbalizar. 

Alguien que me quiere por lo que soy; una completa desconocida que me acompañó con su amor incondicional a la pista de Bhangra para solidificar mi vínculo con la escritura.

No habrá sido la noche soñada, pero esta chica pavimentó mi alegría para los próximos 5 años. ¡A tu salud Paola! Gracias por leerme y feliz domingo para todos.

 

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