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Ahora te puedes marchar

Ahora te puedes marchar 

 

Hay dos cosas que pueden llegar a sacar lo peor de mí afuera: la mala música y dormir poco.

Este fin de semana junto a Jamie Lynn se ha cumplido la profecía; hemos escuchado mala música durante 5 días consecutivos. 

¿Masoquista? no.  El empresario y cantante de Luis Miguel sacó una serie por Netflix y resulta que ahora estoy pagando doce dólares por mes para entender porque arruinó mi adolescencia. Como si su música no hubiera sido suficiente, me chuté los trece capítulos en menos de una semana. “Tú, la incondicional, la misma de ayer…” desde ya; mucho amor propio y un perdón que vuela por encima de tus millones de dólares para poder tolerar el aburrimiento de las baladas más melosas de la historia. 

Estoy llegando a la severa conclusión de que la mayoría de los cantantes que se la tiran de poetas son las más reventados. Es como si la música fuera un canal para redimir sus vicios. Lo mismo me pasó con Alejandro Sanz; todas sus letras dedicadas a las mujeres que ama y después me entero que dejó embarazada a su masajista mientras estaba en pareja (con otra mujer, claro). Y mi pregunta es: ¿Hasta cuándo nos van a seguir chantajeando con esto de que no puedo respirar sin ti?

Entiendo que las mujeres somos un numerito fácil de convencer, ya que con un “no puedo vivir si me faltas tú” nos tienen a todas gritando en el lobby del hotel.

Pero no todas somos iguales, y Jamie Lynn y yo somos de las que escuchamos AC/DC y votamos porque nos tiren con una púa en el medio de un concierto en vez de con un “te amo, desde el primer momento que te vi” (Franco de Vita, para los desentendidos).

Nosotras, las mujeres, somos un producto tan previsible que me cuesta creer que no haya dos Ricardo Arjona’s en este planeta. 

Por un lado admiro que seamos tan sensibles, pero por el otro lado tenemos que empezar a desarrollar un costado un poco más masculino si no queremos que nos sigan vendiendo aire mientras la promiscuidad llega a la pantalla grande revelando los secretos que existen detrás de la verdad. 

Reconozco que Luis Miguel tenía buena voz, pero por Dios, ¿no le pasaban otras cosas en su vida cómo para cantar sobre el clima, o los astros o su hermano? 

¿Cuántas veces más voy a tener que escuchar las palabras “no puedo si tú no estás”? 

¡Mirá como podrás que te hiciste famoso gracias a mi ausencia!

Pero todas estas cursiladas hicieron que tipos como Micky encontraran un nicho y se forraran mientras yo sigo ponchando David Bowie en mi Spotify esperando que su talento pueda borrar de mi memoria mi vida clase media. 

Basta muchachos, esto de que me corto las venas por amor tiene que terminar. Ustedes se cortan las venas si no pueden duplicar sus ingresos, así que dejen de utilizar nuestras emociones para justificarlo. Y si creen que estoy exagerando mírenlo a Luis Miguel, que cuando empezó a quedarse sin voz de tantas drogas y desmadre sacó esta serie para seguir cobrando sin tener que disfrazarse del enamorado que nunca fue.

Pero lo peor de mi fin de semana con mi querida amiga no fue esto, sino las jaquecas que me agarré por estar cuatro horas seguidas pegada a la pantalla acomodando el cuello para que mi cervical no me pasara factura. No solo por mirar la serie, sino por meterme en Google después de verla y trabajar como investigadora averiguando como murió su madre.

Pinche pendejo que lo mandaría a la chingada si no fuera porque la historia está padre y estoy aprendiendo la diferencia entre “no manches” y “no mames”. Debo confesar que lo mejor de la visita de Jamie Lynn fue hablar en mejicano entre nosotras, los diálogos eran algo así:

 

— Vamos guey, que pedo esto de cocinar tanto y perdernos de ir a la playa.

 

— No seas una pinche vieja y tenme paciencia, ándale ya y córtame unos tomates.

 

— ¡Órale! 

 

No podíamos para de reírnos, ya que el acento de Jamie parecía hindú y el mío una fusión entre Gael García y Benito Juarez. 

Nos terminamos toda la maldita temporada y ahora me enganché con algo que sí vale la pena ver…porque tiene que ver con la verdadera música; se llama Futura, y es una serie española basada en hecho reales. Con rockstars legítimos y no con un pichi de una familia adinerada repitiendo “te necesito” cada tres párrafos. 

No me pagan por promocionarlos, pero en este caso les regalo el anuncio…ya que cuando las cosas están bien hechas merecen toda mi atención.

Y bueno…para las fanáticas de Luis Miguel, les propongo que lo googleen porque está hecho fruta, y no sé tú, pero yo no dejo de pensar que ya se puede retirar.

 

¡Un beso en la frente y buen miércoles para todos!

 

 

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