El aborto y sus lobistas
Cuando estudié mi carrera en Periodismo y Comunicación, el grupo académico que dirigía las clases nos instaba a que siempre investigáramos por cuenta propia antes de sacar conclusiones precipitadas. Pero nunca nos decían que siguiéramos al dinero para evaluar las verdaderas intenciones de los movimientos que se llevaban a cabo en distintos puntos del país. Esto lo aprendi de grande, cuando dejé de comerme las trampas que la educación quiso imponer sobre mi permeable inocencia. El adoctrinamiento no se la llevó fácil conmigo, ya que a diferencia del resto de los estudiantes—traga libros y chupamedias—, yo había nacido rebelde, y mi naturaleza me salvó de la programación radical de querer borrarme la inteligencia de a poco para convertirme en un peón del sistema: sumisa y obediente.
Target equivocado. No solo que jamás permití este atropello hacia mi personalidad, sino que además siempre cuestioné las aristas hasta el final, siendo la objetividad de los hechos mi meta más elevada. ¿Acaso no debería ser esta la motivación de cualquier investigador o comunicador? ¿Ser fiel a la veracidad de los hechos?
Bueno sí, pero no. Y así estamos, jugando al truco con nuestra salud y repitiendo como loros un mensaje tan distorsionado como la misma base de la pirámide que no se detendrá hasta vernos extremadamente pobres y enfermos. Viviendo de planes sociales, pensando a medias debido a la gran carga de aluminio por vacunas y alimentos, y pegados a nuestras pantallas digitales oxidando nuestra memoria para contribuir a la enfermedad del futuro: Alzheimer.
Es por todo esto que cuando se arman organizaciones como las de las pañuelos verdes, alucino que tanta inconsciencia se junte para manifestar una causa financiada por personas (y organizaciones) que justamente están en contra de todo lo que estás mujeres predican.
Pero no se preocupen chicas, como no investigan, lo hago yo por ustedes.
Para que ninguna me quiera ahorcar con su pañuelito verde, aclaro que jamás quise hijos, que me cuidé toda la vida para no quedar embarazada, y que si yo pude, ustedes también pueden, ánimo.
Sé que el deseo es una pulsión que mantiene a la sociedad esclavizada, pero cuando una vida está en juego, las cosas no son tan simples como parecen—sobre todo cuando esa vida va a terminar en un laboratorio para futuros experimentos genéticos—. ¿O ustedes se pensaron que la Open Society y la Fundación Huésped las estaban cuidando de que no sean madres de un hijo no deseado?
¿O el Ni Una Menos incluía solo el asesinato de mujeres y no de niños?
No voy a pedir coherencia en un siglo donde la gente se ha separado de sus propios vínculos por confiar en el gobierno, pero al menos si van a organizarse para defender una vida, que este paralelismo se aplique para TODAS las vidas, y no solo la de las mujeres.
Porque si no volvemos al slogan de B L A CK L I V E S M A T T E R, ¿solo importan los negros? Coño, me quedé afuera porque tengo piel oliva. Blancos queridos: nos vemos en el matadero.
Descarto de mi sentido común que una mujer violada tenga el derecho a no querer a ese hijo, y las leyes deberían estar para este tipo de atrocidades, pero no para avalar la irresponsabilidad de una pareja que no se toma la vida con seriedad. Sobre todo, cuando el resultado de ello es el alimento para un laboratorio que utiliza esa creación para fines inhumanos.
Si me vas a enfrentar con tu discurso activista, defendiendo un derecho cuando no cumplís con la responsabilidad de ser consecuente con lo que deseás, por favor te pido que te revises con tu analista. Porque el problema acá no es el aborto, es que estás pidiendo una oportunidad más para ser una persona libre sin haberte ganado el puesto. Ya que la libertad es justamente el pacto con el compromiso, no la liberación de la responsabilidad de un hecho.
Cuando entendamos esto, seremos verdaderamente libres. Ya que hemos utilizado la libertad en nombre de la irresponsabilidad, creyéndonos despojados por no tener que rendirle cuentas a nadie.
Un siglo de miserias desorbitantes que solo van mostrando la decadencia de nuestra época, donde el amor y el compromiso son reliquias de un pasado lejano.
Un mundo en donde el matrimonio y la monogamia son vistas de reojo, y la procreación es un esparcimiento sexual, solo puede alimentar a un ego fuera de control que está acabando con nuestra especie.
Buen viernes para todos,
Ceci Castelli