El virus del progreso
Perfecto, acaban de informar que el coronavirus no ataca a los gordos. Genial, ahora mi ex va a seguir con vida hasta quién sabe cuándo. ¿Se dan cuenta de que mis teorías sobre el planeta Tierra son acertadas? El infierno es este señores, los malos se quedan y los buenos suben antes. No le deseo la muerte a nadie, pero ese cabrón debería tener las nalgas en la parrilla, en cambio, de seguro alguna otra víctima estará esperando el turno a que le destrocen los sentimientos y la utilicen para fines propios. Estoy empezando a creer que este COVID-19 tiene un contrato con las personas de baja autoestima; las embarazadas, los niños, los animales y la gente de bajos recursos.
Me parece perfecto, ¿ahora en serio que los malos se salvan? En una sociedad en donde predomina la estética y la gente vive a dieta para gustarle al otro, corren más riesgos los flacos que un tipo que canaliza su angustia a través de la comida. Qué lindo te queda corona, nos diste una lección de economía, amor propio, espiritualidad y sobrepeso en dos semanas.
Pero por favor, veamos el diamante en bruto que se esconde detrás de este virus: el encierro va a poner a cada uno en su lugar— psicológicamente hablando. La gente sin paz interior va a enfrentarse con el demonio de su propia epidemia: sus pensamientos. Y cuando sean atacados por su falta de equilibrio, no podrán responsabilizar a nadie—como generalmente lo harían conviviendo con sus pares en actividades sociales.
El enfrentamiento personal que esta pandemia está causando es mucho más profunda que portar el virus en sí, ya que el virus puede no matarte, pero tener que convivir con la programación equivocada, te autodestruirá. No en el corto plazo, ya que primero te hará pagar un precio muy alto.
Yo no temo por la salud mundial, las leyes naturales son exactas. Temo a que se siga propagando la inconsciencia, este es el maldito virus que no cesa. En un mundo en donde el núcleo de nuestra existencia está basado en el progreso económico, esta crisis no elegirá abanderados. Cuando digo “progreso económico” no me refiero solo al dinero, sino a las conquistas en el plano físico. Terrenales y con propósitos individualistas.
Se acabó el show gauchos, y el papel higiénico también. No limpiarte el trasero con hojas de seda será la primer lección de humildad en los tiempos que corren.
La segunda, probablemente que reemplaces tu angustia oral por otro entretenimiento, ya que los supermercados están quedándose sin mercadería.
La tercera, que tengas un buen servicio de datos móviles, ya que te la vas a pasar hablando por teléfono buscando la contención que no podés obtener en persona.
Tu auto, tus selfies, tus distinciones laborales, tus premios gadgets, tus dientes blancos, tu piel bronceada, tu maestría, tus conquistas narcisistas, tu perfil de Tinder y tu arrogancia se irán al tacho con el colapso de un sistema que ya no puede más de sostener inútiles que debilitan la especie. Ahora está en riesgo tu madre y tu abuela, tus metas para el 2020 es que sobrevivan, ¿con quién te vas a lucir sin obtener nada a cambio?
Mis vecinos de al lado no paran de hacer el amor, los de arriba limpian todo el día y los de enfrente cocinaron mucho y me regalaron la cena.
No seremos la familia Ingalls, pero esta paranoia ha logrado mas unión que las colas para comprarnos el I-PHONE 11 en el 2019.
Yo no puedo ofrecer mucho de mi cocina porque mi especialidad es el pochoclo, pero ya les dije que si necesitan algo me avisen. Corto flequillos, manejo rápido, pinto azulejos de baño, experta en La Gotita y en utilizar el teflón para vendajes temporarios. Si empujás mucho también tiño el pelo, aunque mi madre juraría que le he dejado un par de asteroides blancos después de la sesión con agua oxigenada.
Maestra mayor de obras en relaciones interpersonales y con una banda ancha de fibra óptica que te trae hasta el desayuno.
No voy a promocionar mi candidatura, pero hasta te puedo cantar una ranchera si la cuarentena te tiene inmunodeprimido.
Soy psicóloga sin título, astróloga, tarotista y me especializo en atajar perdedores y quemarlos en la hoguera.
El aislamiento ha calmado el fuego, pero no descarto una vacuna que los ponga a todos en fila de nuevo y comience la rueda de kerosene y las palabras en sánscrito.
¡Por un encierro productivo y el nacimiento de una nueva era!