Aplicación Cuidar
Entre las fatalidades de nuestra realidad actual, veo una brecha de inoperantes de extremos que se quedaron predicando con las teorías sin ejecutar un plan maestro con sus visiones.
Muchas corrientes de autoayuda por un lado, y por el otro, mucho orador tirando una check list de cómo hacerse millonario en tres meses.
Llegó el momento de actuar y la gente sigue con su pose de yoga, una dieta alcalina y un manual de instrucciones de cómo facturar sin moverse de casa.
¿A dónde están los solidarios que pregonaban el éxito cómo resultado de su ejercicio intelectual?
Nos están por enviar al matadero con una aplicación digital y los gurúes que se hicieron viral están mojando la medialuna en el café con leche.
El planeta está on-fire, las fronteras cerradas y los negocios en quiebra; paro de colectivos, hambre, suicidios, desolación y aislamiento, y siguen evocando el nombre de un virus que mató a menos gente que el desastre global que están generando un grupo de psicópatas detrás de sus armas tecnológicas.
¿Soy yo, o alguien más piensa que la reducción de nuestra especie es bien merecida?
¿No será que Bill Gates y toda este clan siniestro nos está ayudando a llevarse lo que no sirve?
Sonaré radical y lapidaria, pero no me interesa tener de vecino a un autómata que sigue las leyes sin replantearse sus derechos civiles y constitucionales. Domesticado por la ignorancia y defendiendo a un gobierno que dice que te quiere cuidar cuando no le importó si reventabas de un cáncer pancreático, si se fundía tu empresa o si cancelaban la escuela de tu hijo para promocionar sus dictaduras.
No me hagan reír, que en toda esta falsa pandemia están aplastando mi humor con un cinismo sin retorno.
Estoy flipando con la estupidez humana a un nivel cien, en donde ni siquiera escuchan a los médicos cuando les dicen que no usen barbijos porque se están tragando su propio dióxido de carbono. Merecen morir cabrones, con su propio aire contaminado y el distanciamiento social impuesto para aniquilarnos. El problema no es que desaparezcan—la verdad que nos harían el favor a todos—el dilema central es que el rebaño que acata ordenes está poniendo en juego mi libertad.
Sin importarles mi bienestar, mis derechos y mis decisiones.
Entonces cuando vienen y me dicen: “tus actitudes están poniendo en riesgo mi vida” yo lo único que les puedo contestar es que las suyas están poniendo en riesgo el mundo entero.
¿Pero cómo puedo discutir con alguien qué piensa solo en sí mismo? ¿No es esta la primer persona que corre a comprarse un libro de Osho para aprender las diez técnicas de autorealización?
No los tiro por la ventana porque los tengo a dos metros. Y no soy de perder el norte porque la vida me enseño a amar a todos por igual, pero ahora mi paciencia está en jaque y el sistema sanitario no me va curar de esta psicosis mundial ni de coña.
Son los primeros en enviarte a terapias radioactivas y a extirpación de órganos; lo sé, porque me pasó. No me digan que tuve mala suerte, confié en la sanidad cómo hoy lo hacen ustedes y así me fue. Gracias a Dios me sacaron un pedazo pero me dejaron lo importante: mi pensamiento crítico.
Estamos todos tan acostumbrados a no replantearnos las autoridades que nos agarraron de animales de circo y experimentan con nuestros cuerpos y almas como si fuéramos una puñetera consola para entretener sus perversidades.
¡Pero a quién culpar! Si somos la masa perfecta para que testéen fármacos, alimentos transgénicos, mercurio, gases tóxicos y una tira de fertilizantes imposibles de absorber.
Censuran videos de doctores que quieren colaborar con la verdad de este cuadro patético de gripe famosa y la gente sigue pegada al noticiero defendiendo una batalla de inútiles.
Entiendo que una señora de ochenta años no va a meterse en YouTube a averiguarlo, pero esto está dirigido a los TikTokers que se duchan con el celular puesto. Al grupo que defiende al gobierno sin cuestionarse quién maneja los medios.
Gauchos, sino pasamos por hambre y sangre producto de la división de la humanidad, este planeta no evolucionará jamás. Porque parece ser que para crecer… se necesita el viejo paradigma del dolor, que los expone una vez más a revelar el poco interés por desarrollar una vida digna.
Desde mis humildes fondos líricos,
Ceci Castelli