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El último divorcio

No voy a entrar en detalles, pero he sido chantajeada emocionalmente. No por mi mecánico, no por mi dentista, no por mis colegas de trabajo, sino por un hombre que me había declarado ser el amor de su vida y de jurarme amor eterno hasta los 80 años. Nunca quise vivir tanto, y creo que esta fue la primer señal que ignoré y me llevo a morirme solita. El noviazgo duró 8 meses, y antes de parir el matrimonio soñado me dejó sin decírmelo. Empecemos por el principio…este fue un hombre que me contactó a través de mi escritura, se enamoró de mi forma de escribir y empezamos una relación convencida de que se había estudiado el personaje de memoria, en cambio, hizo un rejunte de todas las malas citas que tuve y se portó exactamente como la medicina para terminar de espantarme de la locura de este mundo. ¿Me perdí de algún detalle? Sí, que la que no se había estudiado el personaje había sido yo, y todo se paga en esta vida…incluso enamorarme de alguien que creí conocer por el deslumbramiento de su admiración y tenacidad. Señores, es un virus, y se ha propagado disfrazado con máscaras impenetrables que hasta mi más elevada consciencia no pudo detectar. Entiendo que la verdad no sea algo que predomina en este planeta, ¿pero justo tenia que acampar en mi alma? Clarísimo está que esta es una deuda karmica, si no no se explica este atropello hacia mi sinceridad y mi nobleza. Confié amablemente y fui asesinada con la espada del miedo y la torpeza humana, pagué un precio muy alto ¿pero se puede amar menos cuando el combustible que nos cuida es exactamente el que nos mete en esta situación? Cartas de amor, flores, viajes, mensajes de texto y una profunda sensación de estar por mudarme a la montaña con los monjes budistas. La cereza de la torta fue cuando olvidó saludarme para mi cumpleaños y yo me replantee si tal vez había terminado la relación sin mi consentimiento. Yo no pedí un novio, pedí algo verdadero, ¿tendré que cambiar la sintaxis de mis rezos? En un atisbo de amor incondicional le terminé dando el manuscrito de mi libro a punto de ser publicado…E-L M-A-N-U-S-C-R-I-T-O, a un hombre que no pudo cuidar mis sentimientos y ahora carga con 370 páginas de todo lo que no hay que hacer para arruinarme la vida. Indudablemente se merecía una historia, no porque haya salido ganando, sino porque debo alertar al resto de los humanos de que hay infiltraciones peligrosas en todos los espectros culturales, ya que el afortunado era argentino. De mi país, con las mismas costumbres que yo y con el humor como medianera en donde el chiste me lo hicieron a mi. No puedo sentenciarlo, ya que ser consciente no fue su elección, y uno a veces con actores de este calibre no sabe en la que se mete hasta que está adentro del show…uno de por cierto con bastante público, ya que hasta mi madre y mis amigas (de Argentina y de Estados Unidos) lo conocieron. — Ay Ceci lo siento, ¿estás bien? Me preguntaron mis amigas pensando que el escopetazo haría eco desde la calle Chestnut. Por supuesto, porque si hay algo que tiene el amor es que tarde o temprano te anuncia la verdad para que vos sigas siendo la protagonista de tu historia y decidas reescribir tu vida. Así que acá estoy gauchos, luchando contra la gente con miedo a la intimidad y volviendo a escribir el libreto para que la próxima el Broadway explote con un guión bien actuado y no con un casting que no se estudió el papel. El manuscrito no habrá dado sus frutos aún…pero me acercó a una version mejorada de mí misma, los involucrados sufrieron grietas menores y todavía falta la publicación final: el libro impreso. Doy la relación por terminada y me gradué en “perdidos en bancarrota emocional”. Estoy lista para el Best Seller, The Best Actor y que los millones de dólares me paguen por todo el trabajo psicológico y espiritual que tuve que acarrear con las bestias de la ignorancia. No me siento orgullosa por esto último, pero debo admitir que mi loba salvaje está feliz de ser libre de nuevo y de reunirse finalmente con los de mi especie. Con la frente en alto y el corazón en la mano…los invito a esta nueva etapa de mi vida: la resurrección! Cecilia Castelli

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