Blog

La plandemia de la esclavitud

 

Protestas raciales, campañas de género, planes de vacunación, planes de reducción de población. Si solo les podría hacer entender que el sistema que nos vigila nos quiere sin sexo, sin hijos, sin amigos. Divididos, asexuados, contribuyendo a la gran caldera en donde se está cocinando el plan maestro hace doscientos años. Para los que me enfrentan día y noche, tengo una pregunta: ¿no les parece un poco extraño el desencuentro que hay entre hombres y mujeres? ¿Esto les parece una casualidad? Estamos en una generación intolerable, irascible, impaciente, narcisista y profundamente egoísta. El servicio quedó obsoleto y ahora es un intercambio masivo en todos los planos posibles. En serio, ¿quiénes operan desde el amor actualmente? Parece que para encontrarlo uno tuviera que subscribirse al yoga Kundalini de por vida o volverse vegano o recitar un mantra para acelerar el karma. No podemos decir que esta es nuestra naturaleza porque nacemos sabios y felices, pero a medida que vamos creciendo la programación es tan fuerte y destructiva que terminamos separados entre nosotros y discutiendo  a través de un mensaje de texto.

De alguna manera hemos entregado nuestro poder sagrado al sistema para que decida por nosotros; dictándonos cómo tenemos que comunicarnos, desde qué lugar debemos hacerlo, qué tenemos que consumir, cómo lo tenemos que hacer si no queremos quedarnos afuera, y un tren infinito de normas impuestas por ellos sin una mínima  confrontación por nuestra parte. Aceptamos que Tinder es la norma, aceptamos que la fertilización in vitro es la norma, aceptamos que las películas violentas son la norma, aceptamos “que desparezcan” sea la norma, aceptamos que la gratificación instantánea sea la norma. Lo sé porque soy un resultado de las experiencias en este laboratorio donde me han cocinado las emociones a fuego lento porque expresar lo que siento.

Porque te voy a decir lo que no es la norma: ser sensibles.

Este sistema no solo que quiere destruir lo único que nos hace humanos, sino que para lograrlo está generando una separación entre nosotros así nos matamos solitos y ellos tienen la mitad del trabajo hecho. 

Enterate, el distanciamiento social es el primer proyecto exitoso que están llevando a cabo sin ningún tipo de interferencia. 

Gente de veinte años encerrada por miedo a contagiarse una gripe. ¿Hacia dónde estamos yendo si lograron que la generación más joven no se rebele frente a este experimento social?

Me separaron de todos mis vínculos y me cerraron las fronteras decidiendo por mí. Nos pusieron un bozal y nos esclavizaron bajo sus reglas, arruinando la economía y triplicando el hambre en el mundo. Pero una amiga anoche me dijo: “para vos es muy sencillo hablar así porque no se te murió nadie con esta pandemia”. Y por dentro pensé: para vos también, porque tampoco se te murió nadie por hambre.

Las posturas de todos son tan radicales que pienso que no veo la hora de que explote todo esto en serio para que volvamos a nacer recuperando los valores que alguna vez tuvimos. Valores que implicaban unión; la familia por sobre la televisión, los amigos por sobre las redes sociales, el encuentro en el bar por sobre la videollamada.

Somos una masa crítica de ineptos pegados a nuestras pantallas celulares viralizando toda la mierda que el sistema nos impone. Y no nos importa, porque si no nos gusta cambiamos de aplicación o de celular o de pareja. O nos quedamos adentro con la falsa protección de otro mundo posible: el virtual. 

Pero tengo una mala noticia señores, parte del plan ya lo han logrado, que seamos adictos a la dopamina que sus inventos generan. Cambiando de pareja, de amigos y de sexo a la velocidad del Wi-Fi.

Estoy saturada de la mentira que nos han vendido por décadas, pero estoy más decepcionada por cómo nadie hace nada por defender sus libertades. Sus reuniones de cumpleaños, su juntada con los amigos de la secundaria y todo lo que hace que estar vivos valga la pena. 

Jamás aceptaré la nueva subnormalidad, porque no avalo un mundo desde lo virtual. El solo hecho de no poder abrazar a la gente que quiero porque ellos lo decidieron así, me pone de patitas a la calle buscando alguien con quien patear este mundo sin que me imponga su imbécil discurso de cómo tengo que manejarme.

Conmigo jamás lo lograran, porque no soy un borrego del sistema y me vale madre perder la vida en esta batalla. Porque que me saquen mi libertad es estar muerta de todas maneras. Te recomiendo que te despiertes del pánico que te indujeron para que te quedes en casa consumiendo sus películas y sus noticias. Porque si no lo hacés, se va cerrando la grieta entre vos y yo. Entre el bien y el mal, entre el amor y el miedo, entre los que pueden salvar el planeta y los que lo terminaran de destruir. 

 

Por la libertad.

 

(El plagio es delito, si vas a compartir este texto por favor incluí mi nombre en el mismo. Gracias).

 

Ceci Castelli

 

Add comment


Security code
Refresh