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Barbijo-free

Nada como salir a andar en bicicleta y tener todo el carril para mí porque la gente se dobleencerró con el aire contaminado de los incendios. 

Toman agua con flúor, consumen alimentos con pesticidas y están rodeados de portales radioactivos, pero el humito supongo que les dará un edema pulmonar. Los pocos vecinos que me pasaban a cincuenta kilómetros por hora me saludaban sin máscara solidificando la amistad de  los sin miedo. Libres y exentos.

Apocalipsis Now

 

Esta mañana me asomé por la ventana y había nevado—cenizas de los incendios. Cielo rojo, doble barbijeados, distancia social más humo, periodistas presos por opinar libremente y vacunas testeadas en nuestros queridos defensores de la patria que murieron con la aguja puesta.

Tengo una mala noticia: van a seguir muriéndose muchos más; unos por necios y otros por honestos. La vara es tan alta como la grieta.

La fe mueve artimañas

Llegó el verano indiano a San Francisco, una ola de calor inusual que dura una semana. Atacada por las reminiscencias de mi ciudad natal—el calor extremo—, me fui a una playa desolada para no escuchar el grito de un bebé insolado, perros ladrando o la música de algún vecino en alto parlante para que todos disfrutemos de su selección. ¿Jodida? Nah, una gran gozadora del silencio y del buen gusto. La comparsa, el rejunte de gente, las celebraciones públicas y los festivales tienden a generar una irritación leve en mi carácter tirando a una acumulación de municiones invisibles en mi mente. Más aún cuando sacan el tupper con empanadas y deciden acampar a mi lado. Entiendo que no puedo responsabilizar a la gente por mis delirios de solitaria, pero convengamos que la sociedad no es de colaborar mucho en el asunto de la convivencia civil. 

Peronia

Ayer tuve que bloquear a tres peronchos de mis redes sociales, la plaga política mas difícil de erradicar. Francamente hace rato que perdí la fe en la política, pero entre ustedes y yo, reconozcamos que los peronistas no practican la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas; ellos practican la imposición y la manipulación de libertades. Que tres tipos que desconozco me vengan a agredir por mensaje, habla más de la impotencia de no aceptar las diferencias que del amor igualitario que predican. 

El funeral de Alberto

Cuatro porciones de pizza, una bolsa de golosinas y dos horas de notas periodísticas después, me encontré mirando una entrevista sobre un libro supuestamente escrito por Alverso Fernández titulado: “Contengo multitudes”. Atragantada con un hilo de mozzarella de mi cena, cinco minutos después me choqué con el subtítulo: “tengo la necesidad de una sociedad más pobre y primitiva, pero más igualitaria”.

Cualquiera puede publicar un libro, pero ya declarar por escrito cómo se llevó a la Argentina a la quiebra, superó mi desahogo.

Entre Pancho y Fernández he perdido las esperanzas en Argentina hace rato, ya que un país gobernado por un ladrón y un falso profeta dudo de que salga a flote, lo que sí saldrá adelante es mi visualización: Fernández colgado en la Plaza de Mayo por el pueblo.