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Nanoidiotas a la carga

Lo bueno de vivir en un estado como Florida es que se destaca el nativo del turista. Embozalados: turista, bandera norteamericana flameando de la camioneta: nativo; gorro de Trump con pistola en la cintura: nativo, alcohol en gel colgando de la mochila: turista. 

Lo sobrenatural de habitar un sitio como este es que el 80% es como yo: libre. No como en California que a partir del 15 de julio (vacunados incluidos) deben usar bozales obligatoriamente dentro de cualquier establecimiento. Merecen la cámara de gas, si me piden de activar la palanca trabajo como voluntaria. 

Programón predictivo

No soy de mirar series, porque sé que están creadas para que uno se vuelva adicto, y como me molesta que quieran controlarme en mi tiempo libre también, intento evitarlas lo máximo posible. Hasta que llega ese maldito día, donde me encuentro tirada en el sillón un viernes por la noche comiendo un chocolate y aparece una publicidad con un actor que juro haberlo tenido de marido en otra vida. Es él, estoy segura. Profundo, sensual, observador, lindo, espiritual, vamos, una eminencia. 

Y mi adicción ya se disparó y hasta que no mire el último capitulo no paro. 

Siervos digitales

Ante todo quiero avisar a todos los seres queridos que habitan mi hemisferio derecho que no vivo en Miami. No me tomo personal que no sepan distinguir un estado de una ciudad (Florida/Miami), ya que si hace casi dos años que no pueden diferenciar una gripe de una trombosis pulmonar, mucho menos mi lugar de residencia.

Vivo a una hora de Miami, así que si me llaman para preguntarme si sobreviví a la caída del edificio (mis bendiciones a los familiares de las víctimas), sigo con vida. Para la segunda camada de interesados en la propaganda de huracanes Yamila, Jennifer, Wilson y todo el pánico mediático que les venden al precio de aspirinetas a nuestra querida población, les quiero advertir que acá ni siquiera pasó un viento pampeano. Que el fin de semana estuve en la playa y tocando en una banda con amigos. 

Oficialmente de Florida

Es cierto, Florida jamás será California, ¡y menos mal! Porque ayer arranqué la patente (de California) del coche y colgué oficialmente la placa que me ha liberado de circular a 120 kms por hora sin un puñetero vecino manejando un Prius con bozal. 

¿Se puede ser tan feliz con un simple cambio de patente?

Claro que no; tengo un amigo divorciado 3 veces que me dice que la felicidad no existe. Y no, no existe afuera de nosotros mismos, y esta parece ser la maldita lección que nos viene dando cátedra hace 4000 años. Pero el ser humano es así, insiste con que alguien o algo le salve la vida, o al menos se la arregle, de esa manera se ahorra el buceo interior y el analista. 

¿Día del Padre?

Hoy es el Día del Padre, huérfanos, levanten la mano y choquemos el saludo. 

Este año entre los padres ausentes, los que están muertos y la destrucción de la masculinidad, más que celebrar al hombre, cuidémoslo. Ya que el sistema planea extinguirlo o reducir su testosterona o esterilizar sus espermas o quién sabe qué próximo plan de acción para reducir la fuerza del género. La ironía de todo este asunto es que la mujer se cree que esto se ha sembrado para que ella tenga más lugar en la sociedad, entonces el sistema (perverso por naturaleza) tira los dados de la separación y las feministas cantan victoria.