Siento que este fin de semana—entre la ley Marcial y las apuestas en el mercado financiero por el agua—me la voy a pasar stockeandome para los próximos tres años. ¿Dije tres años? Nah, esto explota mucho antes.
El tema es que cuándo explote me agarre con el bowl de pochoclo (a tu salud Gustavo) y un botellón de agua alcalina en la mano.
No sé si escribir sobre la era de Acuario, que empieza el veintiuno de diciembre, si mencionar a Júpiter y Saturno como los responsables del devenir, o si decirles que se abrochen los cinturones porque este safari nos va a dejar a todos con un león en el techo y cuatro ruedas panza arriba. Se vienen tiempos lapidarios, y mi termómetro es la ignorancia de los demócratas frente a todas las causas penales y jurídicas que estamos atravesando. Desde el arresto de empresarios manejando organizaciones de tráfico de niños, hasta máquinas tecnológicas manipulando votos (en el mundo entero). Vacunas que están matando gente y gente que está matando pacientes. No solo hay videos clandestinos de cómo el cuerpo médico está colaborando para este genocidio, sino que soy testigo de un conocido que confirma el asesinato de su abuelo internado por una gastritis. Abogados, psicólogos y médicos por la verdad en el mundo entero luchando contra la masacre más grande la historia: una gripe.