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Día internacional del pochoclo

Mañana es el día internacional del pochoclo, no voy a decir que esto último es una estrategia, pero de seguro que me sembró la duda. 

Aficionada y vitalicia del maíz entre los dientes mejor que ese bowl de popcorn venga con guardaespaldas, ya que veinte mil tropas en Washington DC no amerita menos que una panzada de curiosidades a punto de estrellarse contra todas las ilusiones de ver a mucha gente presa—más que al pedófilo de Josecito dando un sermón por su computadora.

Crisis mundial y soldados de plástico

¿Alguien más se aburrió de vivir en un mundo de transacciones emocionales? ¿Me creés si te digo que esto es parte del negocio también? 

Como te gusta que te cite fuentes o te hable de los grandes pensadores que cambiaron (manipularon) la historia, hoy lo voy a invitar a Edward Bernays a mi relato. Un tipo considerado “el padre de la propaganda”, contratado por las corporaciones y el gobierno para utilizar las emociones humanas en nuestra contra. 

¿Nieve falsa?

Cuantas obviedades tendrán que seguir chorreando de la estupidez humana para que deje de cribar su camino hacia el exterminio. Me pregunto, mientras giro una página digital que afirma centro de detenciones para personas infectadas. Con que esas eran las famosas carpas, me dice mi otro yo mientras dudo hasta del átomo y la partícula. En su momento lo llamaban sanatorios auxiliares, ahora no sé bien en qué se han transformado, porque he optado por la brillante decisión de ignorar todo lo que sucede a mi alrededor. Encuentro que es la única forma de mantener la cordura sin querer ponchar a un zombie en la frente—ya que la mitad de su cara está tapada.

Cambio de estado

 

Uno de los grandes motivos que me impulsó a irme de Rosario—mi ciudad natal—fue el calor. Sumado a las desprolijidades del político de turno, la corrupción en la pirámide jerárquica de poderes y lo incivilizada que puede llegar a ser la gente cuando no llega a fin de mes. ¿Algo en común? Sí, el ADN de mis ancestros que empujó hasta sacarme de una ciudad con un techo más bajo que la pata de la mesa. Hace nueve años que celebro una de las decisiones más acertadas de toda mi vida. No le habré dado a mi familia el yerno que esperaban, pero estoy casada con la sincronización, que no es poco para una chica nacida en la ciudad equivocada. 

Carta a San Francisco

En un mundo donde la monogamia está dejando de existir, tuve que decirle a mi querida ciudad de San Francisco que lo nuestro ha llegado a su fin. Marcha un divorcio premeditado con un sitio al que amé por casi una década—que no es poco para los tiempos que corren—.Y si bien nadie desea separarse después de prometerse amor eterno hasta que la muerte los separe, permanecer en un matrimonio con diferencias existenciales, causa más daño a que darlo por terminado.