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Conversación con Dios

 

Cecilia: me vas a dar el susto de mi vida apareciéndote de golpe colapsando mis teorías del hombre de barba blanca.

 

Dios: es que a lo mejor tenías una idea formada sobre mí que no coincide con la realidad.

 

Cecilia: yo y las miles de personas que cuestionan tu existencia.

 

Dios: la realidad de cada ser humano es personal, ven lo que quieren ver. Y cuando la claridad es saboteada por el miedo, la realidad es distorsionada. Por ello no se puede enseñar a alguien algo que no está preparado para ver.

 

Cecilia: con ese criterio estamos destinados al fracaso.

 

Dios: ¿Y vos cómo sabés cuál es el objetivo de cada alma y qué vino a hacer?

 

Cecilia: está clarísimo, pero permitime que sienta una enorme desolación.

 

Dios: esa es tu elección entonces, juzgar a otros por no estar a tu altura.

 

Cecilia: el mundo se está cayendo a pedazos, y tu frase no me alcanza ni para coserme las medias, Dios.

 

Dios: a lo mejor eso es parte del plan colectivo, un derrumbe de la realidad tal y como la vivían.

 

Cecilia: sí, pero por culpa de la gente que no se quiere despertar estamos atravesando un holocausto virtual.

 

Dios: ¿Y tu intención es buscar culpables?

 

Cecilia: para nada, es en todo caso responsabilizar a los que nos van a llevar directo a una prisión domiciliaria. Sé que no es tu culpa, pero estoy empezando a frustrarme con este escenario del terror instalado en la sociedad. Creí que nos ibas a tirar un cable cuando las cosas se fueran a la chingada. Contame, ¿cómo esperás qué salgamos de esta?

Dios: ustedes fueron los creadores al no prestar atención. Esto se viene gestando hace centenares de años, pero decidieron poner su energía en sus propios procesos de desarrollo y no pudieron unirse a trabajar en conjunto. Cómo consecuencia, las personas con más bajos niveles de conciencia comenzaran a edificar su plan de soberanía sobre la distracción que ustedes mismos aportaron. Porque sabrás para estás alturas que no hay víctimas, ni culpables, ¿no?

 

Cecilia: mirá, me cuesta creerlo, ya que me parece bastante injusto que exista el tráfico de niños y un par de millonarios se la lleven de arriba con todos estos crímenes. El planeta es un caos y estamos todos divididos, muchos en bancarrota y luchando contra un sistema sanitario que nos quiere envenenar para después chutarnos el remedio de la enfermedad que ellos mismos causaron. Explicame como nos observas desde la quinta dimensión y no aplicas tu justicia divina en este calvario.

 

Dios: yo les di libre albedrío y no puedo interferir en ninguno de sus planes; tu sociedad todavía necesita el mecanismo primitivo de prueba y error. De frío y calor, de dolor y placer. Hasta que no superen esta polaridad proveniente del cerebro reptiliano—conocido en medicina como complejo-R—seguirán atravesando experiencias difíciles y desalentadoras.

 

Cecilia: no me estás dando ni un halo de esperanza, están por chutarnos un Nuevo Orden Mundial en nuestras narices y vos me estás diciendo que nuestra escala evolutiva es baja. ¿Y yo qué coño hago con eso?

 

Dios: entiendo que estés enfurecida y que la situación actual sea una amenaza, pero muchas personas colaboraron cediendo sus derechos para obtener mas valor en las escalas de tu sociedad. El dinero, el sexo y el poder rige la importancia de tu especie, no es una sociedad basada en el bien común. De hecho, hasta tu sistema monetario fue creado para generar desigualdad y pobreza. Beneficiándose a través de la deuda.

 

Cecilia: ¿el mundo está en llamas y vos me querés dar una clase de economía? Se nos está acabando el tiempo y necesito que me des soluciones, no discursos sagrados desde el plan astral. 

 

Dios: para que todo salga a la luz van a tener que pasar por este ciclo de oscuridad, depurando el planeta de años de sufrimiento e injusticias. Van a surgir más catástrofes, más actos de violencia y más planes para deshumanizarlos. Pero todo llegará a su fin, y aunque el futuro sea incierto, el destino está asegurado. 

 

Cecilia: genial, ahora Dios también habita en la contradicción.

 

Dios: la contradicción te trajo a este mundo, Ceci, y aunque te cueste aceptarlo, fue por decisión propia. Sé que nunca te sentiste parte del mismo, pero ese es el precio que estuviste dispuesta a pagar por elegir la verdad ante todo.

 

Cecilia: bueno, está por sonar mi alarma y me tengo que despertar para ir a trabajar y seguir sacudiendo a los inconscientes para que me devuelvan un cachito de libertad.

 

Dios: lo bien que hacés, ya que si les decís que tuviste una conversación conmigo, jamás te creerán. En cambio si la soñaste, no hay víctimas, ni culpables.

 

Cecilia: mintiendo piadosamente desde 1982. Te amo, ¿lo sabías?

 

Dios: y yo a vos.

 

 

 

 

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