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En manos de Dios

Cuando me recibí de periodista y comunicadora prometí no dedicarme a la política, sabía que era una camino sin retorno; agobiante, corrupto, peligroso y deshonesto. Después de observar como los eventos actuales fueron pisoteando mis derechos, no me quedó otra que escribir sobre el tema.  ¿Es casualidad que en los últimos tiempos solo haya dos héroes: Julian Assange y Edward Snowden?

No, no es casualidad, es el resultado de una sociedad que fluye en decadencia, en donde los políticos han hecho lo que han querido porque saben que al pueblo no le interesa quién los representa. Porque quién los representa están demasiados ocupados filmándose, subiendo videos y creando plataformas digitales para expander su imagen y no su conocimiento. 

Si aceptamos esto de un tirón, nos vamos a ahorrar varios dolores de cabeza. 

El activismo, las luchas por la libertad, la quema de líderes pertenece a una época en donde no existía la manipulación tecnológica, entonces la gente no se podía dar el lujo de ser débil, porque no había distracción que tapara la grotesca obviedad del atropello moral.

Pero ellos la hicieron bien, se estudiaron el libreto psicológico de cómo funcionamos y por cien años fueron instalando subliminalmente la ruptura de los valores de occidente. Colocando el socialismo en la educación como una pantalla de falsa unión para hacernos creer que siendo “iguales” podíamos triunfar como especie. Una base anclada en el comunismo, pero disfrazada de una democracia lapidaria que no acepta diferencias. 

Después se dieron cuenta que para manejarnos del todo tenían que apretar los botones culturales, ya que siempre seremos distintos (por naturaleza, por elección o por selección). 

Estratégicamente fueron sacando campañas de género y raza para lograr lograr el objetivo más grande de la historia: que nos peleemos entre nosotros así ellos se ahorran de financiar una guerra y además tienen la batalla ganada: la división social.

La cosa se pone más interesante aún—como si toda esta manipulación no hubiera sido suficiente—se encargaron de comprar a casi todos los medios de comunicación para que el alumno perfecto se lo terminara de chutar.

Un plan redondo sin respiro, que para asegurarse de que te entrara la información, te sellaron con un bozal también. Sin aire, sin ideas propias, sin acercamiento físico, es muy probable que termines solo. Como ellos quieren; asexuado, sin familia y defendiendo unos valores que quieren romper con los valores.

Pero, a estos globalistas se les escapó el núcleo del verdadero análisis: que si no amamos, perdonamos y aceptamos a la familia que tenemos (biológicamente hablando), jamás progresaremos. Y aunque ellos vean esta carencia evolutiva como una oportunidad, está destinada al fracaso.

Porque la desviada óptica no es si sos homosexual, transexual, blanco o negro, si no que somos todos humanos y en el fondo deseamos lo mismo: amar y ser amados. La igualdad es una ilusión que tapa el velo del mismo deseo, pero distraído en la manera de expresarlo y llegar a su origen. Y como nuestra sociedad es tan arcaica y primitiva se identifica con la superficie de los hechos, en vez de profundizar en la esencia de nuestro espíritu, donde radica la verdadera unión.

Por ello la crisis actual es una de falta de amor y exceso de autoestima. Un ego sobrevalorado con un vínculo de la moral roto.

El sistema también lo sabe, y están agarrados de esa grieta apostando a la destrucción de nuestra especie. Y mientras el LGTB y las marchas por los negros acaparan los primeros planos mediáticos, detrás de estas organizaciones están los financistas: un grupo eugenista que trafica niños y procrean entre ellos (todos blancos) para reducir nuestra especie a un laboratorio de testeo de vacunas con alto índice de esterilidad.

Confío en el plan divino de que la paz llegará en algún momento y despertará a los neandertales que siguen pensando que están excluidos por ser distintos (como lo somos todos), cuando en verdad esa puñetera campaña de marketing lo único que quiere es que dejemos de reproducirnos para así algún día ser los dioses de este planeta.

 

In God we trust!

 

 

 (El plagio es delito, si vas a compartir mi obra que por favor aparezca mi nombre al final del relato. Gracias).

 

Ceci Castelli

 

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