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Juicios necesarios

Nuestra querida ciudad de San Francisco se destaca por dos cosas: los alquileres más altos y los bachelors más disponibles de todo el país. Indiscutiblemente un lugar especial, no cualquiera puede abonar una cifra tan descomunal de signos de pregunta cuando del amor se trata.

Bueno, aunque mejor, en esta oportunidad dejemos al amor de lado…porque eso es justamente lo que está faltando. Y ya saben como es esto, lo que no se paga por un lado se paga por el otro, y ésta vez la que no cobró sus honorarios a término fue mi amiga Francesca. 

Una modelo iOS 12.2 made in Italy, abogada, licenciada en red flags, espontánea, amorosa y aparentemente con una casa rodante en su estado civil de muchos alojados sin pagar renta.

Por suerte Francesca es divorciada, ya que si no lo estuviera los humanos la condenarían por solterona, así son las reglas de este planeta— increíblemente nefastas.

Ella es muy amiguera y sociable, y siempre le digo lo mismo: amiga, andate con cuidado porque te están por hacer otro hemograma. 

Pero por mas atenta que uno esté… a veces hasta al mejor cazador se le escapa la liebre, bueno, en nuestro caso más que la liebre, un Tikka Masala.

Empecemos por el principio, hace dos meses atrás Francesca y yo nos encontrábamos en Internations, una organización mundial que junta a expatriados en diferentes ciudades del mundo. La meta de la empresa, networking. La meta según mi barómetro, que tengan sexo desmedidamente.

Como yo estoy de celibato voy de espectadora, pero Fran todavía cree en el condón, los seres humanos, el compromiso y la honestidad. 

Good for her, porque si fuera por mí no sólo que no nos reproduciríamos más, sino que seríamos unos ermitaños con una columna de libros por leer y un celular en vibrador de por vida.

Ese viernes en particular conocimos a un hindú llamado Rahul. Siete años menor que nosotras y como todo los hindúes…con una sonrisa que nos partió la agenda de contactos en dos, básicamente una boca perfecta y los demás números inexistentes que flotaban en el aire. Podría haber jurado que no tenía ni una carie y que jamás le hará falta una limpieza dental. Lo que sí le hubiera hecho falta es una madre que lo vuelva a criar para que no cometa un error que le cueste la compañía de mi amiga. 

Sinceramente el chico era lindo y había quedado encandilado con la belleza y personalidad de Francesca, no era para menos…mujeres de ese calibre se encuentran solo en las pasarelas de Milano. 

Le pidió el teléfono y nos invitó a ambas a su cumpleaños la semana entrante, por supuesto no antes sin encajarle un beso letal que la dejó a Fran lista para el casting de Heidi Klum y a mí contenta de saber que al menos alguien fue besada.

Siete días después, él la agarraba de la mano frente a todos sus amigos el día de su cumpleaños, y yo me la pasaba discutiendo con mi alter ego preguntándome que pasaría el día que hicieran el amor en un departamento compartido con un roommate. 

Primer sospecha: ¿Por qué vive con un compañero de piso si es ingeniero y trabaja en una de las mejores compañías del país? 

Segunda sospecha: no tiene auto. Esto no solo tiró mis dudas a la cuneta sino que me puso en alerta porque ahora la que iba a tener que conducir a todos lados era Francesca. 

Tercer sospecha: le gusta la comida picante, y ustedes dirán: es normal Ceci, es hindú. Yo también pensé lo mismo, hasta que llegó el cumpleaños de Fran y él se le instaló en su casa— sin llevarla ni siquiera a comer un croissant a Starbucks— para pedir comida hindú sin preguntarle a mi amiga que es lo que ella deseaba cenar ya que a Fran no le gusta la comida picante.

¿Cena para uno? Check. 

Regalo de cumpleaños: un masajeador para la espalda y un tipo comiendo solo en el living de su casa en el aniversario de mi amiga.

Cuando me llamó para contarme casi le digo que bloquee su número, pero temí a que nuestro servidor nos haga un juicio por tanta gente  anulada.

Le dije que respirara hondo y que ya le encontraríamos una solución a todos los males de nuestra amada ciudad, empezando por el alquiler y terminando con hombres que conviven con un colega a una edad adulta— en donde un estornudo de la habitación vecina se escucha tanto como un orgasmo. 

Tampoco estoy planteando el club del rent control y la discriminación de hombres sin caballerosidad, pero un poquito de por favor y menos picante no nos vendría nada mal. 

Ravioles al pesto para mí, lasagna  mixta para la modelo, dos platos sencillos, dos mujeres con una barra de tolerancia alta y un futuro espléndido frente a nuestro tribunal de candidatos que se encuentran en disputa por cambiar sus personalidades para estar con nosotras.

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