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De la cuarentena al totalitarismo

¿Ahora les queda claro qué estamos viviendo una dictadura? ¿O hace falta que se muera un familiar sin que lo puedas despedir porque te extorsionaron los miedos hasta dejarte sin coherencia? 

No, mejor dejame que adivine: estás en tu casa encerrado hace un mes tragándote todo lo que los medios te dicen como si fuera un Dios hebreo que promete salvarte de una pulmonía. Esta gente—a la que le creés todo,—no solo que están causando un genocidio, sino que están impidiendo que estés con tus seres queridos y que trabajes. Que es anticonstitucional, pero somos una raza tan débil, cobarde y previsible que nos tienen encarcelados en nuestro hogar esperando a ver de qué manera pueden lucrar con nuestra salud. 

¿No te preocupa qué gracias a tu encierro se está muriendo gente de hambre?

¿No te preocupa qué gracias a tu encierro miles de familias perderán lo poco que tienen?

¿No te preocupa qué gracias a tu encierro muchas personas cometerán suicidios? 

¿No te preocupa qué gracias a tu encierro miles de personas perderán sus trabajos, sus derechos, su salud, sus ahorros, y lo más importante: el contacto con sus seres queridos?

No, no te preocupa porque miraste tanta televisión que sentís que la única manera de ayudar es creyéndoles, sin darte cuenta que así es justamente cómo se fortalece un sistema perverso como este: teniendo dominio absoluto sobre tus decisiones. 

No te culpo, es tu inocencia la que te impide ver con claridad, pero es la misma que te puso en esta situación también. Y la inocencia sin cuestionamiento es una criatura de cinco años expuesta a una masacre.

Pensé que con Hitler la humanidad había aprendido su lección—al menos en la escuela—, pero pasaron setenta y nueve años y acaban de confinar al mundo entero, no solo a un país. Sin armas, sin violencia física, sin confrontamiento y sin mover un pelo. Lo lograron señores, y no pensamos que es una guerra porque estamos en casa frente a un monitor jugando a la Play Station. Te dieron la píldora de la comodidad y vos te la tragaste pensando que esto iba a terminar pronto.

No te explicaron que cuando utilizas una máscara no circulan el resto de los gérmenes que necesitas para no enfermarte de otra cosa. No te dijeron que al usar un barbijo te entra menos oxigeno al cuerpo causando otros problemas. No quieren que sepas la verdad, pero vos tampoco hacés nada para averiguarlo. Aunque no haya ni un caso en tu ciudad, vos salís con guantes a la calle. Lo que está sucediendo es un delirio, y te lavaron tanto la cabeza que no podés pensar coherentemente. ¿Pero y a quién responsabilizar? ¿Al sistema por abuso de poder o una sociedad en decadencia?

Si seguimos diciendo a todo que sí, no solo que nos meterán el virus en el cuerpo, sino un chip para tener control absoluto sobre nuestra libertad. 

¿Y cuál es el fin de todo esto? Me dijo una amiga pensando que si tienen el poder absoluto qué logran. 

Logran dominarte y decidir por vos. Logran el imperio soñado bajo un régimen de psicópatas que no cree en el amor y en las emociones.

Pero vos te quedás pegado discutiendo de política como si esto se tratase de la derecha o de la izquierda y a esta gente le vale madre, porque son los títeres que el sistema utiliza para distraernos. Porque ni ellos saben como responder a su cargo con las presiones que estos cultos ejercen sobre sus candidaturas. 

Es el deseo último: separarnos, dividirnos y reinar. 

Ah, pero vos te tirás en el sillón a mirar una de Netflix hasta que levanten la cuarentena y puedas volver a tu vida normal, sin pensar demasiado y sin utilizar las herramientas sagradas que se te fueron dadas para que te despiertes de esta pesadilla y vivas con un propósito en serio.

 

 

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