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Despedida José Gregorio

Encontrarme con José Gregorio a las diez de la mañana para hacer un hike tiene que haber sido la mejor noticia de mi semana, pero no, en cambio fue su Mazda Miata descapotable en donde por primera vez en mi vida arriesgué mi juventud en las curvas de Stinson Beach pidiendo que bajara la velocidad y subiera la calefacción. Hacía un frío de la chingada, pero José tenía un plan: pelos al viento y The Cars a todo volumen. Lo que él no sabía es que yo también tenía un plan: no morirme tan joven.

— Pero vamos pana, que pasa, tú que manejas rápido te quejas ahorita, ¿cómo es la vaina? Me dijo él tan suelto.

— Cariño, yo lo hago para darle una lección a la gente, vos para darme un infarto. Dejame al menos recibir mis millones de dólares primero y después tirémosnos del acantilado.

 

Podemos decir que José Gregorio tiene una pata fuerte, y que además me presta atención, ya que puso la mejor música de los 80’s durante todo nuestro tour por Point Reyes y alrededores. Mientras velábamos a Ricardo Arjona juntos— uno de sus favoritos— me di cuenta que había una entidad más a la que estábamos enterrando: su panza.

 

— Mira chica, he visto que publicaste un relato sobre mi panza pero es que ya no la tengo. Me dijo orgulloso.

 

— ¿Y a vos eso te parece un motivo de celebración?

 

De repente José se giró como un pollo al spiedo y me mostró una tabla para surfear Maverick’s. A esa panza le faltaba más carne que un asado argentino, y de pasar a quererlo tanto a mi venezolano favorito terminé altamente decepcionada. Yo pensé que nuestra amistad estaba basada en un proyecto en común: seguir alimentando su panza hasta ponerle un nombre, pero el muy desgraciado no se baja de su bicicleta y resulta que ahora tengo que competir contra un rodado si quiero seguir teniéndolo en mi vida. 

Por supuesto que esto jamás lo frenó de comerse un helado en la playa conmigo…Y estoy empezando a creerme que esa panza tenía un problema personal conmigo, porque según él, sigue comiendo de todo, bueno, menos a mujeres gorditas. 

 

— ¿¿Eh?? ¿No te gustan las mujeres rellenitas?

 

Ya aprendí que cuando José Gregorio se queda en silencio la respuesta se está prendiendo fuego en el infierno.

 

— Pero escucháme querido, lo más lindo de una persona son los kilos de más, ¿a una flaca qué le agarras?

 

— ¿Quieres que te lo describa?

 

— No gracias, pero no me interesa estar con un tipo flaco ni a la de diez. Y de hecho si fuera hombre elegiría una mujer rellenita.

 

Ahora que sé el estilo de mujer que le gusta tengo dos opciones:

 

  1. Nadie para presentarle porque todas mis amigas son flacas.
  2. Hacerle un lavaje de programación cultural.

 

Los países latinoamericanos no perdonan la gordura y esta es la influencia europea de la mujer alta y esbelta, que en toda honestidad, me tiene hasta la zorra. Como yo soy una chica que viví en varios países de pequeña este virus nunca pudo atacarme porque mi sistema inmune lo rechazaba cada vez que daba un giro por mi programación. Para mi la belleza radica en las imperfecciones y por sobre todo, en el corazón del hombre— algo más difícil de encontrar que una dieta que funcione.

 

— Pero chama, a ver, todo entra por los ojos primero, ¿no?. Cuando tú te pides un plato de comida también miras eso primero.

 

— Bueno sí, ¿pero qué tal mirar con los ojos del alma? 

 

José Gregorio me miró y me sepultó dos respuestas telepáticamente:

 

  1. ¿Por qué no se puede tener ambas?
  2. Lo rellenito fúmatelo tú chica, yo me quedo con la diosa, la inteligente y la amorosa que me prepara el desayuno. Poetas abstenerse.

 

Muchas palpitaciones ruteras y 160 millas por hora después… Lo abracé y le dije que lo quería como era, tabla de planchar y todo.

A pesar de que no me dio la derecha acaba de enviarme un mensaje de texto desde Tiburon diciendo que está con su bicicleta congelándose.  

No quiero ser malvada, pero todo se paga en esta vida, pérdida de panza incluida.

A tu salud amigo, porque vuelva el balón y saques la pata del pinche acelerador devolviéndome el aliento.

 

!Feliz sábado para todos!

 

 

 

 

 

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