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Cólera en los tiempos del amor

Ay el amor, el amor, el amor…si escucho esta palabra una vez más creo que me voy a tirar del segundo piso de mi edificio. Aunque pensándolo bien mejor no, porque lo único que falta es que me caiga sobre el homeless que está acampando en nuestro vecindario hace una semana y me claven un juicio un día sábado. Genial, soltera y enfrentando la ley por trigésimo octava vez.

El problema empezó cuando me chafé en el sillón a mirar una romántica y mi amiga Carolina me llamó para contarme que su ex novio está en pareja, que esto le dio un escozor en la espina dorsal y que me tenía que llamar para blanquear su irritación. Estado civil de Carolina: de novia hace 3 años con el amor de su vida (keyword: amor). Estado civil de su amiga: pochocleando hace 10 años, ya que no puedo contar a mi ex novio como pareja porque eso estaba más desnivelado que mi inserción en este mundo. Caro es adorable, linda, sociable, exitosa y con un fallo de nacimiento…no saber a quien llamar cuando las cosas le van demasiado bien. Y yo, que soy una mezcla de antropóloga, chopito, labrador y psicóloga sufí, le atiendo el teléfono esperando a que termine su serenata de “todo me va tan bien que me asusto”. Well join the club, porque acá venimos pateando los miedos desde 1992, but guess what? no los míos, los ajenos! Una pasada esto de surfear las emociones humanas con tanta cancha, puede que hasta me saquen sangre y todo. Lo que sí no me sacaron fue una sonrisa, porque hace 20 años que estoy trabajando gratis para lograr una mejoría en mi grupo de pertenencia y aún cuando les va de diez me siguen llamando. — Ay ceci, cuando Julieta me contó lo de mi ex con esa chica lo quería matar. Decime Ceci, ¿es normal qué me pase esto? Yo estoy muy enamorada de mi novio, ¿vos qué pensas? Pregunta equivocada en realidad, porque yo no pienso, yo me chuto Netflix y evito cualquier ruido que altere mis emociones y me envíe a la banquina de mi soledad a replantearme el futuro. Catarsis no, sublimación. De mi espíritu romántico claro. — Caro, ¿me decís en serio? 39 años sufriendo por amor, ¿y ahora qué tenes las gallinas, el patio, el desayuno en la cama, el orgasmo soñado y el masaje en los pies me llamas para hablarme del perdedor de tu ex? No sé a quien matar primero, si a mi teléfono por haber sonado o a mi noche más libre que un pájaro para atenderla. Lo que no puede seguir ocurriendo es que ella siga haciendo el amor todas las noches (keyword: amor) y yo continue discutiendo con la barra espaciadora porque se me clava en la panza cuando me río y se congela la película. — Lo siento Ceci, es que necesitaba que me saques de este pozo. Pozo es en el que estoy yo de tanto cine clase B, finales felices, pochoclo frío de discutir con Carolina y dormirme solita sin que nadie me abrace. Pero no se lo puedo decir, ¿saben por qué? porque ahora los casados también necesitan contención. Siglo XXI, en donde finalmente los solteros nos habíamos liberado de un terreno libre de conflictos, y resulta que ahora los casados nos agarran de terapeutas y necesitan una manito que los acaricie (una que no sea la misma que acaricio el cuerpo desnudo la noche anterior, claro). ¿No era ese el propósito de los casados? ¿No sentirse solos hasta que la muerte los separe? Cuando ya creí haberlo escuchado todo, me llega un mensaje del hermano de mi ex novio por una red social diciendo que soy una chica divina y que necesita saber de donde me conoce— sin saber que fui la novia de su hermano por 8 meses. Iluminación llevadme, creo que no podré superarlo. Responsabilizarlo a su hermano por no saber las coordenadas de la familia sería un error, pero que el buen samaritano me escriba reconociendo mi talento viniendo del mismo ADN que me llevó al infierno, amerita una carrera exitosa en el panteón de una raza humana absolutamente perdida. Corté con Carolina, me hice la señal de la cruz y miré para arriba pidiendo una sola cosa: que nunca más se me enfríe el pochoclo sin una buena causa. Les deseo a todos lo mismo, casados incluidos!

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