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¿Día de la Independencia?

Era de esperarse que vinieran tiempos difíciles, pero que todos los salones de belleza hayan cerrado y yo me tenga que depilar sola la verdad que está bien jodido. Estos fascistas que están arruinando la economía no solo quieren convertirnos en seres andróginos y deteriorados (falta de oxígeno, falta de actividad física, etc.), sino que también hicieron que me quemara la entrepierna porque no domino la espátula o la cera a 280 grados o los malditos tiempos que corren. Siglo XXI y en vez de estar proyectando de comprar mi casa frente al mar estoy mirando tutoriales de cómo depilarme sin que se me derrita el palo que uso para arrancarme los excesos fuera de lugar. ¿Y para qué coño me depilo? Porque todavía tengo la esperanza de que antes de que se termine el verano abran alguna playa.

 

—Ceci, la gente no sabe ni lo que siente, ¿y vos crees qué se van a dar cuenta de si tenés un pelo fuera de lugar? Keep dreaming baby.

 

Me dijo mi querida amiga Jamie Lynn, harta del show, pero contribuyendo a que no me queme el dedo gordo del pie cuando se me cayó una pelota líquida incinerando mi paciencia antivietnamita.

A la hora del episodio me llega un paquete de algo que compré por internet: una hornalla portátil por si se va todo a la chingada y no puedo cocinar. La familia Coleman se pasó de lista y me mandó el artefacto sin el tubo de gas de propano; básicamente me cobraron por algo que llegó a medias, fingen cuidar mi seguridad y ahora con la ingle al rojo vivo tengo que salir a comprar un pinche tubo que ni sé cómo se coloca.

Pero eso no es lo peor—hay gente que es responsable de un hijo, yo solo tengo un tubo a mi cargo—lo peor es que me tengo que poner el bozal para hablar sobre algo que desconozco y pedir que también me lo instalen por las dudas que explote en mis manos y se arme la pirotecnia del año en la calle Chestnut.

El evento sería uno acertado, ya que mañana es 4 de julio en Estados Unidos y mi aniversario también.

Aterrizando en el aeropuerto de San Francisco en el 2011 con solamente cien dólares en el bolsillo. Pensar que pasaron nueve años y ahora tengo todo lo que quiero menos libertad. ¿De qué sirve lo material? De mucho, ya que me dio la tranquilidad de no tener que preocuparme por la sobrevivencia y así estudiar los tiempos que estamos viviendo.

Sé que ningún país me podría haber dado más que este a nivel económico y estoy profundamente agradecida, pero la guerra que estamos viviendo se siente en todas partes así que me tengo que preparar por si aprietan algún botón y me agarran con la pava en el fuego.

 

—No va a ser un botón, va a ser un chip, baby—me dijo mi ángel de la guarda siempre al tanto.

 

Me pregunto si toda la gente que participó en las marchas de Black Lives Matter van a redireccionar sus carteles con My Life Matters Too cuando  nos quieran implantar un chip. Digo, porque ya que la única vida que importa es la de los negros, probablemente nos merezcamos ese pedazo de metal debajo de la piel— o la corteza cerebral, depende quién esté de moda en Silicon Valley a la hora de cirugiarnos para control masivo—.

 

—¿Qué? Yo no me pienso poner nada, nena—me dijo un amigo que trabaja en PayPal y su dead line no lo deja ver más allá de su estrés.

 

—Es que no te enteras de nada querido, porque mientras vos crees que esto es una batalla política, ellos están destrozando la constitución y viendo cómo hacés dinero que no te servirá en un futuro porque lo sacarán de circulación.

 

—¿De qué estás hablando, Ceci?

 

—De que el efectivo dejará de existir, ya que si el dinero es electrónico tienen más control sobre tu consumo. Mirá, no me hagas darte una clase Orwelliana sobre los tiempos que corren, te invito a que leas 1984, ahí está todo resumido y aclarado.

 

—Cuándo yo te conocí me hacías reír y vivías de buen humor, ahora te veo siempre revoleando los ojos y lista para atropellar al primero que no piense como vos. 

 

—¿Sabés qué pasa? Que llegó la hora de luchar en serio, y el mundo Zen que plantea el sistema no me sirve para un carajo; sentada meditando y comiendo hinojo me están sacando todos mis derechos. Y eso es justamente lo que quieren, que sigamos sin hacer nada pensando que un gurú del plano astral nos va a cuidar mientras van edificando un matadero con vacunación masiva.

 

—Bueno, yo tampoco me pienso poner la vacuna de Bill Gates, eso está clarísimo. Esperaré a que salga una por científicos en serio.

 

—¿Científicos en serio? Si los científicos en serio fueran honestos terminarían con este terrorismo sanitario YA. No confío en los laboratorios porque están manipulados por hombres corruptos que su meta es reducir la población mundial. A los médicos honestos los censuraron, ¿quién nos quedó? El doctor Fauci, que en el 2015 firmó un contrato con un laboratorio de Wuhan. Siendo el dueño del mismo: George Soros—que es la persona responsable de haber financiado Black Lives Matter.

 

Mi amigo se asustó y dejó de hablarme, great, another one bites the dust! Pero cómo de ignorantes y de cobardes estoy hasta las narices, mañana festejaré sola soplando las velitas pidiendo que toda la verdad y nada más que la verdad salga a la luz. 

Deséenme suerte, puede que lleguen los extraterrestres y se termine el show en serio.

 

¡Buen viernes para todos!

 

(El plagio es delito, si vas a compartir este texto que aparezca mi nombre en el mismo. Gracias)

 

Ceci Castelli

 

 

 

 

 

 

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