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Del amor y otras confusiones

Ocho de la mañana; cuarenta y cuatro mensajes por Whatsaap, nueve videos sobre el orden mundial, una foto de una hamburguesa de Mc Donalds hecha con carne de bebé y un documental de las torres 5G. Good morning Vietnam! No, tal vez Vietnam sea la referencia incorrecta, ya que los padres sacaron a sus hijos de la guerra antes de que murieran defendiendo una patria que no era la suya. En cambio ahora, los mandan al parque con barbijos defendiendo un sistema que si sigue así, van a sacar a los padres del medio.

Sentada en la cama a punto de meditar con la imagen de una jeringa voladora intentando vacunarme de una falsa pandemia, me vino a la mente Charles Darwin—el naturalista británico qué dijo que la evolución podría sobrevivir con el aporte de los más fuertes únicamente—. ¿No habrá sido este el conflicto inicial de nuestra raza? ¿Un gen que viene trasmutando desde hace siglos con la programación equivocada? Al analizar esta teoría, me doy cuenta que en la actualidad hay muchos sobrevivientes (exitosos, triunfadores, competentes, emprendedores, etc.), pero, ¿y consciencia? No puedo descartar que la falta de la misma nos exterminará igual. Si la teoría de Darwin hubiera sido correcta, estaríamos flotando entre genios y no pegados a la television con miedo de darle un abrazo a nuestro vecino. 

¿Y cómo llegamos hasta acá, Carlitos? Si el más fuerte gana a expensas de sus rivales debido a que logra adaptarse mejor a su entorno, ¿cómo hemos sobrevivido hasta hoy con la camada de hipnotizados pegados al monitor y tragándose las mentiras que los medios les venden?

Aunque después escribiste: “…En algún momento de un futuro no muy lejano, las razas civilizadas del hombre se exterminarán casi por seguro, y las reemplazarán las razas salvajes de todo el mundo…” Nos estamos peleando por papel higiénico, Charlie, el salvajismo ya está acá. La verdadera pregunta es: ¿cuánto tiempo nos queda? 

Por ejemplo a los compañeros de mi secundaria seguramente un año, porque están tanto tiempo encerrados por miedo a contagiarse de algo que su organismo no podrá defenderse ni de una huelga de colectiveros. Pero después otra vez Darwin me atacó el lóbulo frontal con otra de sus frases: “La inteligencia está basada en lo eficientes que las especies se vuelven al hacer las cosas que necesitan para sobrevivir”.

Carlos querido, vamos derechito al exterminio.

Mirando las cosas en perspectiva, creo que en la historia de la humanidad siempre predominó la ciencia, y esto de alguna manera tomó la delantera de nuestro sistema cognitivo. Somos una máquina de producir y repetir ideas, eventos, pensamientos y realidades, sin dejar lugar a que la percepción también decida—que para mi gusto, es mucho más exacta que las leyes que gobiernan este mundo—. De repente me siento como Trinity subiéndome al helicóptero tratando de dar un mensaje distinto a los tiempos que corren, pero a la multitud no le gusta lo distinto porque los saca de eje, y ese maldito eje es lo que nos está llevando a saludarnos con el codo. Tengo una conocida que no ve al novio hace dos meses, o sea, básicamente ha remplazo el sexo por canal CNN. Esta gente es la primera en tirarse debajo de los escombros cuando hay un terremoto, sí Darwin, hablame del más fuerte ahora. Si estuvieras vivo y vieras toda esta generación de YouTubers, influencers y TikTokers te hubieras encerrado en tu habitación con los bichos por el resto de tus días. 

Doctores: les debo una. No se me mueran que no tenemos gente para reemplazarlos.

Y los pocos que quedan mejor que hagan las cosas bien porque cuando saquen esa vacuna obligatoria voy a necesitar un certificado trucho para poder viajar. Seis años de secundaria falsificando informes, de algo tiene que haberme servido. Llegó el momento señores, el momento de ofrecer casamiento al primero que me ponga la pichicata falsa en mi libreta sanitaria. Ocho meses después: ciudadano estadounidense. Voila!

Mato dos pájaros de un tiro: zafo de la vacuna y cumplo con el sueño de mi familia: casarme con un médico.

Ah, pero yo sé en que se quedaron pensando ustedes; ni en Darwin ni en la vacuna, sino en esos seis años de secundaria cuando eran cinco. Bueno, digamos que tuve que extender mi cronograma académico para poder graduarme sin dejar materias lastimadas en mi pasado. 

Así de cruel es la vida, y hoy, todos esos pinches diplomas no me servirán  para un cazzo porque nos quieren reducir en polvo de estrellas, gauchos.

A ver si nos entendemos, The Matrix no fue una película, fue un documental. No me vengan con que quieren pelear esta guerra con guantes y barbijo porque lo único que nos salvará va a ser estar cerca de la gente que amamos. Que nos toquemos y nos abracemos, festejando que estamos vivos aunque no sabemos hasta cuando. No den ni un minuto por sentado y definitivamente paren de mandar memes desde sus sillones, salgan a la calle a defender sus libertades y derechos. ¡Vivan!

Que lo que no te mata, te debilita hasta hacerte creer que realmente no sos vos el que decidís por tu vida.

 

Por una sociedad despierta y unida.

 

Ceci Castelli

 

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