El aborto y sus lobistas
Cuando estudié mi carrera en Periodismo y Comunicación, el grupo académico que dirigía las clases nos instaba a que siempre investigáramos por cuenta propia antes de sacar conclusiones precipitadas. Pero nunca nos decían que siguiéramos al dinero para evaluar las verdaderas intenciones de los movimientos que se llevaban a cabo en distintos puntos del país. Esto lo aprendi de grande, cuando dejé de comerme las trampas que la educación quiso imponer sobre mi permeable inocencia. El adoctrinamiento no se la llevó fácil conmigo, ya que a diferencia del resto de los estudiantes—traga libros y chupamedias—, yo había nacido rebelde, y mi naturaleza me salvó de la programación radical de querer borrarme la inteligencia de a poco para convertirme en un peón del sistema: sumisa y obediente.