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La estrategia del sistema

Están pasando tantas cosas a nivel mundial que estoy empezando a dividir a nuestra raza en dos: los realistas y los negadores. Ya no se trata más del dormido, porque eso es cómo justificar a un niño que le pega a su hermana; entendemos su violencia, pero no. No de chico, no de grande, no nunca. Hay cosas que simplemente no están OK. Y cuando los negadores se cruzan con una tipa cómo yo, los siento en la silla eléctrica y les doy el último aviso. No seré la madre que esperaban, pero ustedes tampoco el hijo soñado, y como además los negadores tampoco quieren aprender la lección, de alguna manera están exigiendo un buen golpe a tiempo. Sinceramente estoy empezando a creer que a la gente le gusta que la maltraten, no solo el sistema, sino también las personas allegadas. ¿Esta crisis no será un problema de desarrollo emocional y límbico? Muy probable, ya que acatar órdenes sin analizar los estímulos es entregarse a ser una criatura de por vida en manos de unos padres tóxicos que dominan tu existencia. Defendiendo posturas con el diploma equivocado ya que las verdaderas lecciones jamás han surgido de la educación, sino más bien de la experiencia. No les pido que traguen barro o que se ensucien la personalidad con el contraste, pero el criterio es algo por lo que todos deberíamos luchar para mantener un poco de sanidad en un mundo que no perdona escoltas. 

La obviedad de nuestra situación actual es tan grotesca que también termino siendo víctima del sistema, utilizando las redes sociales y todas las plataformas disponibles para comunicarme con la extension que esta brutalidad ha hecho de mí. Intercediendo con mis vínculos y creando falsas pantallas de una realidad alterada por ellos: los tecnócratas, que nos dicen cómo y de que manera tenemos que sentir. Atándonos a una deficiencia virtual que jamás podrá reemplazarnos, pero que su meta es que eso suceda dejándonos con un mensaje de texto a cambio del amor que nos merecemos. ¿Y esto es la globalización? ¿Un puñado de correos electrónicos en la bandeja de entrada, videos caseros, llamadas perdidas y fotos de comida? Pero a quién culpar, si lo hemos permitido entregando toda nuestra privacidad y hasta nuestra intimidad a unos multimillonarios que duplican sus ingresos gracias a nuestro consumo.

Sé que es parte del progreso y me adapto, pero sé que al no haber puesto un límite, ellos se abusaron y llegaron hasta acá: censurando información y dirigiendo nuestras vidas. 

Esto supuestamente tenía que ser una herramientas para cumplir un fin, no que nosotros fuéramos el fin que ellos utilizan como herramienta. 

Manipulando nuestro interés, sacándonos datos, filtrando sus códigos subliminales con la frescura de un psicópata.

No solo que nos vienen controlando hace décadas, sino que además ahora lo hacen con la estrategia de la ciencia de una base de datos que nosotros mismos hemos contribuido. Y publicamos fotos pensando que estamos espléndidos y que deberíamos compartir nuestra belleza con el mundo. La falacia más grande de este siglo: creernos importantes.

Actuando desde un ego empobrecido que le gusta lucirse sin darse cuenta que los depredadores se benefician con nuestras carencias llevando el planeta a la ruina.

Y mi pregunta es, ¿hasta cuándo? Hasta cuándo le seguiremos dando de comer a estas entidades que nos han maltratado desde el día uno. Reemplazando el teléfono fijo por el celular, el cara a cara por el reconocimiento facial, el sexo por la pornografía, la imaginación por la repetición. 

Se están quedando con todo, y los negadores siguen usando barbijos como si eso los previniera de agarrarse el mal de este siglo: la ignorancia.

Nos están dividiendo al pie del cañon y la gente le sigue entregando los proyectiles uno por uno. 

Ya ni siquiera es el despertar humano el que me concierne—ya que hace mucho tiempo que reconocí que el ser humano no trabaja para ello—, sino más bien que los pocos que hicimos el trabajo tengamos que pagar un precio tan alto por las personas que decidieron entregar su libertad a cambio de una realidad asquerosamente cómoda y ficticia. 

Desinformados y con una crónica metástasis de no querer saber la verdad aunque les cueste la vida.

Los negadores sociales que parecen virus infiltrados del sistema para que nadie sospeche que algo no anda bien. 

Un lavaje masivo de desorientación racial, económica y crítica.

Pero vos le das ENTER, y abrís ese mensaje y tu dopamina te hace creer que vas por buen camino. Y ellos lo saben y vos también, pero vos lo ves como un juego, ellos NO. Y esa es la puñetera diferencia. 

 

 

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