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Romeo y Julieta

 

Anoche salí con Romeo y Julieta, gracias a Dios no con el plot creado por William Shakespeare; que mueren por amor siendo el centro de sus vidas en vez de repartir su tiempo entre la amistad y el deporte. Supongo que en el siglo XVI no existía otra cosa que mirarse a la cara y treparse por los balcones responsabilizando a una sola persona por existir. Muy bohemio todo, pero creo que Romeo no se hubiera enamorado de mí ni de coña; ya que el amor en mi escala de valores, incluye un poquito más que morirse por el otro. Todo muy romántico Shakespeare, pero en tus obras nunca mencionaste la división de tareas del hogar. O al menos hasta donde yo sé, la mopa y el pino luz no aparecen en ninguna de tus escenas ni por error. Perdoname mi cinismo, pero vivo sola y como verás el tema de la limpieza es una carga pesada para mis humildes fondos líricos. Si tú Romeo fuera parte de mi historia, ya estaría con la fregona en la mano listo para desinfectar la tasa del baño. Y veneno es el que me hubiera tomado yo al ver semejante acto de solidaridad sin poder creérmelo. Lo siento William, siglo XXI y todavía sigo paseando en mi escoba a ver si alguien se anima a subir y quererme en serio. 

Tus personajes se habrán suicidado por amor, pero yo acá me estoy muriendo porque alguien me de una mano en la cocina, ¿muy post-moderno? te doy la derecha, ¿pero a dónde están los escritores qué describen a una mujer a punto de cortarse las venas con un pela papa por no poder tolerar un almuerzo más?

Pero este relato no se trata del chef que estoy necesitando hace 20 años, se trata de Romeo y Julieta, unos amigos de Argentina que están visitando Estados Unidos y que se conocieron en la iglesia. 

Claro está que Dios quería unirlos, porque yo fui a la iglesia— de hecho fui a tres distintas— y lo único que encontré fue a varios predicadores que querían espantar demonios mientras golpeaban la biblia en mi cara e invocaban a los ángeles para que me ayudaran. Como verán, mucho fanatismo y poca objetividad. Y he escuchado muchas cosas en mi vida…pero ya que en una primera cita me digan ‘hija del diablo’ como piropo me pone más del lado de los Capuletos en Italia que de la redención del espíritu santo. 

Mis amigos son unos afortunados, porque en la iglesia que ellos se conocieron la gente toma mate y habla de las materias que rindieron mal en la universidad; se ayudan entre todos y no se creen superior a nadie por estar del lado de la verdad. ¡Amén hermanos! Convengamos que esa iglesia me queda un poco trasmano y creo que si Dios, o Shakespeare, o el chef invisible en el que pienso todas las noches, realmente quieren verme con alguien, me lo enviarán. De momento yo solo le pido a Diosito que deje de mandarme gente rota psicológicamente y vagabundos emocionales que buscan un parche para tapar sus vacíos. 

Fuimos a cenar a Tomasos—el mejor restaurante de comida italiana— en North Beach, y después nos fuimos a Il Calzone, solo para que me confesaran su pecado más íntimo: el shopping. Valijas a explotar de ropa, zapatillas, termos, accesorios, etc, etc. 

Les quise dar el pésame, pero no me siento calificada porque cuando yo me mudé a Estados Unidos cometí el mismo crimen: reventar el plástico hasta ver sangre en mi cuenta bancaria. Con la diferencia que yo no lo tenia a Romeo para consolarme después de estar con unos tacones infernales pero en bancarrota, y no es lo mismo llegar a tu casa con 4 bolsones de ropa que 2 en tus manos y 2 en las de él, el mesías.

El que te acompaña día y noche aceptando tu compulsión por el buen gusto y tus estrategias en como gastar menos y obtener mas. La famosa liquidación que ha dejado a más de una mujer en la lona de sus sueños, flameando por universos paralelos siendo la mejor vestida y la más muerta de hambre también. 

Chicas, acérquense que las contengo, es un mal que nos ha arruinado la economía… pero que NADIE se atreverá a decirnos que no fue una buena compra. Después de todo, uno de los 10 mandamientos dice: no codiciarás los bienes ajenos. Y para que esto no suceda…tengo que ser ducha con los números y saber cuando invertir y cuando ahorrar.

Hablamos del pasado, de nuestras familias, de lo hermosa que es la ciudad de San Francisco y de lo afortunados que somos en habernos conocido. 

Shakeaspere habrá hecho un buen trabajo, pero esta versión de Romeo y Julieta que se sentó a cenar conmigo anoche fue un halo de aire fresco. En donde ambos se apoyaban y se acompañaban para sacar al amor más autentico de adentro que cada uno tenía para darse. 

Y no sé ustedes, pero yo cambio el balcón de los 1500 por el desayuno en la cama, e irremediablemente…cambio Verona por San Francisco. No una vez, sino miles y miles de veces.

 

¡Que Dios los bendiga!

 

 

 

 

 

 

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