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Casados al volante

Dos hombres casados me propusieron un café bajo el nombre del compromiso. ¿Preocupados por la falsa pandemia? Nada de que alertarse, estos son los primeros en salir a la calle con máscaras hablando del cuidado intensivo—de la salud, claro, no del alma—.

¿No será este el problema? ¿Qué la gente durante décadas no se ha ocupado de cosechar un amor que le permite ser libre y después hablan del contagio? Uno más y juro que lo pulverizo con Odex. 

El único conflicto es que con la lavandina no puedo erradicar cien años de historia, en donde el ser humano está casi entrenado para aburrirse de las cuestiones emocionales. Hartos de la monogamia y la sinceridad, golpeando la puerta equivocada y sintiendo un high al encontrar un desafío más: mi humilde ironía quemándolos en la hoguera de mi sensibilidad.

Soy escritora, no consultora de matrimonios en quiebra. El tema está tan trillado que hasta me obligaron a gestionar un “copiar y pegar” en el mismo día. Cómo la respuesta es siempre igual: genial, otro más para mi colección. Me siento obligada a declarar que el conflicto mundial que estamos viviendo es debido a la previsibilidad de la gente activada por sus pulsiones más básicas. Y francamente, entre el miedo y la superficialidad social, me estoy quedando sin candidatos hasta para hablar de la inflación.

Estoy empezando a creer que el mundo está superpoblado por todas las causas equivocadas, ya que esta gente  es la que se reproduce sin piedad contaminando todos mis esfuerzos por llevar la consciencia adelante y obrar con honestidad. ¿Acaso no es ese el principio de la ciencia? Digo esto porque uno es médico y el otro contador. No soy buena para los números, pero sumando a estos dos no formo ni media coherencia. Pensar que estas son las primeras personas en formar familia y esparcir su ADN. 

Gracias a Dios están en otro país, porque faltaría que me los cruce por la calle con sus esposas promocionando la hipocresía de un falso cariño. 

La infidelidad es paleolítica, pero el morro de esta gente se quedó sin categoría. Ay soledad, se han cometido tantos crímenes por tu culpa que deberías dedicarte a otra cosa, junto al paseo de sus egos por mi perfil.

A lo mejor debajo de mi nacionalidad en mi red social debería aclarar: desleales por favor evitar contacto con mi inteligencia.

Temen a un virus de laboratorio y no les da miedo que reenvíe nuestras conversaciones digitales a sus parejas, scary.

Después de tanto leerme parecen no darse cuenta que me atrae la evolución, no la falta de autoestima. Que lucho por sacar la basura afuera, no tragármela mientras me dicen: linda.

Yo creo que estos señores no saben de lo que soy capaz, me ven fresca y en corbata y se quedan pegados a mi sonrisa—que puede asesinarte en un cambio de temperatura—. 

Los eliminé en la primera ronda declarándolos la metastasis de un sistema colapsado. Una réplica de híbridos en piloto automático. Y entre la cuarentena, el bajo nivel de consciencia y los mentirosos, estoy por mudarme a mi planeta antes de lo planeado. Aclaro que soy una persona positiva, movilizada por el arte y el buen gusto, pero parece ser que para escaparle a la decadencia tengo que escribir un relato señalando a los responsables a que se cambien los pañales y hagan la tarea.

Meditación Trascendental: te debo un café con leche con dos medialunas. No habrá práctica más sagrada que haberte encontrado y que sacaras todo el ruido que estos seres laxos provocan al existir.

Damas de honor: preparen la fiesta, casamiento para uno, luna de miel para todos. Creo que llegó la hora, la hora de festejar que si no lo encontré fue por una buena causa. La casa paga viaje y estadía, solo amigos y amigos de amigos. Todavía no sé bien a dónde, ya que las fronteras están cerradas, pero nunca el ánimo para gestionar un evento por una causa noble: la sinceridad.

No me pueden decir que no hice las cosas bien, no traje hijos al mundo (sometiéndolo al Apocalipsis) y no me conformé con un hombre a medias. Seguramente existirá, pero el pinche karma se quedó jugando a los dados con mi futuro y yo no puedo hacer otra cosa que agarrar la computadora y escribir sin parar las calamidades que tuve que atravesar hasta conocerlo.

 

Celebro por tu existencia, y de que en algún paralelo nos conoceremos. 

 

Un fuerte abrazo para todos.

 

Ceci Castelli

www.cecicastelli.com 

 

 

 

 

 

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