Yoga con bozal
Sábado desayuno continental: parque lleno con una clase de yoga al aire libre con bozales puestos.
Agradecí no ser parte del show, porque quedarme sin oxigeno mientras hago la postura del perro hacia abajo inhalando profundo a punto de irme de hocico, hubiera sido una película clase B sin subtítulos.
Sinceramente el yoga y yo nunca nos hemos llevado bien, tomé dos clases y casi la envuelvo a la profesora en la colchoneta de goma atándola a la columna central del predio.
Primero porque esto de que alguien me diga como abrir un chakra en cuarenta y cinco minutos cuando hace treinta años que vengo discutiendo con las flores de bach y las corrientes hinduistas, suena a una estafa New Age.