De la epidural al Cat Club
Unas horas antes de parir mi libro, Valentina, una de las protagonistas del mismo, decidió que era un buen momento para retomar nuestra vida nocturna que abandonamos allá en 1943. Sentimos que si no salimos vamos a convertirnos en una especie de Whitney Houston: olvidada en el tiempo y con mala reputación. Era un momento importante, estar embarazada por tres años de un niño sin padre ameritaba un festejo en el bar con menos amor propio de San Francisco: Martuni’s.
La raíz del nombre es una mezcla de Martini ( el trago ), y Tunes (melodías).
Este lugar es un clásico que nació hace veintidós años atrás cuando el dueño (con dieciocho años) decidió cumplir su sueño de tener un bar en Castro (barrio gay). El local está en una esquina, tiene las luces tan bajas que apenas podés leer el menú, y hay un piano en la sala de atrás con un pianista asignado para cada noche en donde vos le pedís un tema y el te lo toca para que vos cantés. Desde canciones de la película La Sirenita hasta melodías de Frank Sinatra.