Blog

Carta a Cecilia del futuro

¿Viste que todo había pasado por algo? Aunque como somos el futuro ya vimos que nos diste el dedo del medio al haberte dicho eso. Sos tan predecible cuando querés, y cuando no…Escribiste tres libros seguidos que se transformaron en tu casa frente al mar. Y sé que las conjugaciones verbales de este relato no te dejaran dormir tranquila esta noche, pero el futuro es así, impredecible. Y vos lo sabés muy bien; viviste un par de años en la calle Chestnut y en algún momento dudaste si el Universo se estaba echando una broma a tus costillas. Creías merecer más, pero el propósito de que tuvieras que esperar era solamente para tu propio beneficio, ya que cuando te rendiste, apareció todo lo que deseabas. Nosotros, el futuro, supimos que agotarte era el mejor recurso para que te entregaras y dejaras de escarbar en la alcancía de la divinidad. Porque al igual que vos, nosotros también pensábamos que te merecías lo mejor.

Sexo por doce dólares

No cualquiera puede sobrevivir al cinismo de una ciudad como San Francisco. Un sitio que alberga el nacimiento de casi todas las empresas tecnológicas, junto a sus empleados: ingenieros en sistema.
El exceso de inteligencia intelectual y la falta de sabiduría emocional ha hecho de esta city un laboratorio sin alma. Y si bien los descubrimientos científicos nos ayudarán a que tengamos hijos sin espermas; la deshumanización no nos llevará muy lejos, al menos no en el campo de las relaciones.
Ragazzi, nessuna preoccupazione…Ese tren bala de amor líquido me está pasando bien lejos. Esto no lo digo yo, sino Facebook cuando insiste en seguir enviándome hombres que buscan un atajo a través de las redes sociales. No voy a generalizar diciendo que la mayoría de las personas que te encaran virtualmente están quebradas, pero si me pongo a contar las bolitas, puede que llegue con lo justo. Empezando por mi ex que estaba casado cuando me tiraba los galgos por esta plataforma, y siguiendo por un joven iraní de treinta y cinco años que colecciona modelos por internet. Su nombre: Farzad; sus amigos: 357 mujeres.
¿Buen gusto? No hay dudas; amigos para jugar a la pelota: cero.

Del queso no se vuelve

El sábado por la noche tuve el cumple de Carolina; doce grados con llovizna mientras The Giants (equipo de baseball) jugaban en el AT&T Park que quedaba justo pegado a su departamento y yo en mini-falda, tacones y un ramo de flores que batallaba contra el hormiguero de gente para llegar a destino.
— Hey babes…! Nice Legs! ¿You wanna have sex with me tonight? Me gritó uno que pasó a mi lado mientras yo me tapaba la cara con un jazmín asiático. El viento me empujaba para Croacia y la gente se me tiraba encima, finalmente di con el palacio de la rock star— una que casi ni me reconoce al entrar porque mi pelo parecía el de Claudio Cannigia en Mexico 86’.

— ¡¡Feliz cumpleaños querida!! Le grité a la anfitriona mientras ella me miraba a través de sus ojos eléctricamente azules haciendo juego con su vestido, que a su vez hacía juego con sus zapatos. Una modelo de Alicante que arrasaba con la noche, los invitados y el vino también…Ya que esos dientes seguramente no podían ser violetas de raíz.

Tocando el arpa

Cuando leí la ley de Murphy por primera vez, pensé: que manera tan agraciada de evitar la responsabilidad los seres humanos…Me hubiera encantado decirle a este Edward Murphy: — Señor, su experimento con cohetes sobre rieles en 1949 no surtirá efecto en mi 2019 ni de coña.

Pero anoche pasó justamente lo contrario, y humildemente tuve que reconocer que al escribir sobre no tener citas, Eduardo ponchó su maldita teoría sobre mi sábado a la noche y casi termino cenando con un rubio de un metro noventa y cinco. 

Lugar del siniestro: Guitar Center.

El motivo: soy tan mala tocando la guitarra que sino me compro una mejor  hasta los pájaros de mi barrio van a dejar de cantar por la mañana.

Me hice la chalcharera con boleadoras como llavero y llegué a ese local con mi guitarra vieja en mano para ver como solucionar esto de no haber nacido cantante, sino caradura. Intentando vender mi instrumento de estudiante a una casa profesional con cien años de historia. 

Mi intención era aplicar el plan “canje”, pero al dar mi guitarra como parte de pago, el Universo me entregó un coyote de ojos azules que casi me lleva para su cena. 

Pelo despeinado, alto y con un defecto que no me soltó hasta la medianoche: toca la guitarra como Led Zeppelin.

Malditas estrellas de rock perfectas e irresistibles. Me preguntó qué estaba buscando y en silencio le dije que fuera feo así podía dormir tranquila.

Me paseó por todo el local y me tocó todas las guitarras para recomendarme una que sonara bien; acercándomela al oído para que yo evaluara la calidad de sus elecciones. Y yo, en vez de prestar atención a su Fa sostenido dedicado exclusivamente para conquistarme, le miraba su boca sin errores, creada para distraerme y sacar a flote la sumisa que no soy a la hora de poner mi tarjeta de crédito. 

¿Puede la belleza física lograr que una deje la guitarra por el arpa? 

El regreso de las citas (ajenas)

Nunca pensé en cortarme las venas con Air Supply, pero publicar un libro te lleva a eso; oír a una banda de los ochentas que siempre te deprimieron y aún así la necesitabas para enterrar a un exnovio que te rompió el alma. Mi hermana siempre me lo decía:— ¿Por qué escuchás esta música? Y era imposible responderle porque ella había nacido sin el drama musical de las personas que ponemos un tema y nos vemos tirándonos del acantilado. Esa era yo…Una tipa sensible al soundtrack de mi película personal.

Los años pasaron y hoy me encuentro nuevamente en el séptimo círculo del infierno, a punto de parir un hijo sin padre. Veinte años atrás lloraba por amor, ahora por tener que criar un hijo sola: mi libro.

Dicen que lo peor que te puede pasar es que se te muera un hijo, evidentemente esta gente nunca publicó un libro.