Un verano arriesgado
Hoy la temperatura llegó a 36 grados, digamos que no es el paraíso soñado al cual yo me subscribí. Estamos en el norte de California, nunca hace más de 21. Tuve una charla con el clima y lo único que me envió fue una llamada telefónica de Vito. Vito es una cita del pasado que tuve que abandonar porque su nivel de alcoholismo interfirió en la relación y todo se fue al tacho antes de lo previsto. Por no mencionar su pasado fiestero y sus drogas en la adolescencia. Pero Vito es así, espontáneo, y siempre me llamó por teléfono y me envió mensajes de texto haciéndose responsable de sus emociones y su sinceridad.
Debo admitir que lo quiero, pero solo como amigo, ya que el pene de Vito ha estado en más lugares que el Dalai Lama, y a decir verdad, no estoy como para arriesgar una enfermedad en nombre del buen gusto, ya que es lindo y uno de los mejores besadores del Bay Area.