El COVID y sus consecuencias
En el último mes han bajado las tasas de infidelidad, la gente ha dejado de ser promiscua y yo tuve dos propuestas de matrimonio en un mismo día.
Mensaje para mi madre: por favor no te ilusiones, el ser humano no quiere morir solo y aparentemente mi perfil les aparece en primera plana junto con el índice de infectados.
Parece ser que este virus está limpiando el vicio de una especie en declive, aunque se limpia todo menos mi radiador—que está tirándome una cadena de divorciados y aburridos de estar solos para la segunda temporada de Lost.
El problema empezó con la extensión de la cuarentena, pero el verdadero conflicto estalló cuando la NASA advirtió que el 11 de abril un asteroide chocará contra el planeta Tierra destruyendo a casi una ciudad entera.
¡Nos vamos a morir! Me dijo uno de los candidatos involucrados en la propuesta matrimonial, “y ya que estamos por desaparecer te lo voy a decir: ¿cuándo nos casamos?”. Una declaración virtual, treinta videos de tecnología 5G alterando nuestro ADN y una imagen de un microchip después, llegó la segunda pregunta: ¿Mar o montaña? Y después la tercera: ¿Con o sin votos? El señor, un amoroso la verdad, (ya que me lleva como quince años) pero su exmujer le puso nueve demandas cuando firmaron la separación oficial. No voy a decir que esto último fue su culpa, pero si no afilamos ese contrato puede que la que termine rodando por esa colina matrimonial sea yo.