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Stadium

A los doce años abandoné mi colección de ponis, guardé mis polleras estampadas con arcoíris y decidí neutralizar mis aires virginales rompiendo las normas una vez más en el boliche que hizo historia en mi adolescencia: Stadium. Una discoteca matinée con el mejor rock de los ochentas en el centro de la ciudad donde me crié: Rosario.

Tachábamos las cruces en el calendario contando los malditos siglos que faltaban para que fuera viernes. Yo particularmente me había obsesionado con este lugar porque no podía escuchar esa música en ningún otro sitio, además, me había hecho amiga del tarjetero traficante de casetes que me grababa todos los temas que pasaban en el boliche y me los vendía al precio de una entrada.

Un pico de alegría

—¡Ceci! Acabo de separar el dinero para nuestro viaje, en cuánto abran las fronteras me voy a visitarte. Te doy mis ahorros y cuando saques tu pasaje comprás el mío también.

 

Acabo de estornudar de los nervios y salió Grecia de mi boca. Finalmente las buenas noticas empezaron a abanicarme. Creí que Jamie Lynn me había abandonado después de contarme que hasta duerme con el barbijo puesto. Sinceramente pensé que había perdido a mi compañera de aventuras, pero hoy cuando me llamó, una familia de mariposas escribió Mykonos en el aire y yo ya visualicé mi tarjeta de crédito bajándose los pantalones para un verano más en rojo. 

Grecia: seremos las únicas en la playa, pero seremos.

Rebelión en la granja

 

Mi heladera se ha vuelto un dispensario de vitaminas, si sigo así puede que la vacuna para esta paranoia salga de mi cocina. Qué por supuesto es lo primero que tendrían que haber hecho los politicos detrás de la cámara: estimular nuestro sistema inmunológico para prevenir enfermarnos. En cambio, corrieron a montar sanatorios móviles para cuidarnos cuando ya estemos a punto de reventar. Esto es como una relación tóxica: hacés mierda a tu pareja hasta que te deja y después hacés todo lo posible por obrar bien para recuperarla. 

Pero hacer las cosas al revés ha sido el target perfecto para que nos manipulen como lo hacen; desde la información hasta la salud. Y vos no lo entendés: no te quieren muerto, te quieren anestesiado. Así pueden manejarte como ellos quieren. Te encerraron en tu casa, privándote de la libertad de poder elegir y vos te creíste que lo hacían para cuidarte. Y estamos todos tan acostumbrados a seguir las reglas sin cuestionarlas o investigarlas, que vamos a terminar contribuyendo a un totalitarismo disfrazado de falsos expertos.

Horóscopo del Nuevo Testamento

 

 

Aries: sos tan avanzado e innovador que te enviaron a vivir a otra galaxia así te dejás de joder con tu espíritu adelantado tres millones de años luz. Nos quedó claro que el planeta Tierra te quedó chico, esperemos que cuando evalúen tu soberbia no te envíen de vuelta. Odiaríamos verte recular, Aries. 

 

Tauro: todos nos preguntamos, Tauro, ¿cuántas veces más te queres morir asaltado por tu propia sombra? Esto de levantarte a las tres de la mañana a pelearte con vos mismo está cansando a tus vecinos y si no te morís por tu cuenta te van a dar un escopetazo desde el 5to piso. Pensalo. 

 

Géminis: tenés una velocidad mental superior a la media, Géminis, tu problema es que no tenés humildad. Entonces cuando tu inteligencia goza de ser un destacado, tus otras catorce personalidades—inseguras e inestables—atacan al lucido que creés ser. Hacete ver, te damos permiso para tirarte de la colina.

Los efectos de la cuarentena

Con esto de las redes sociales me escribe mucho huérfano emocional, hombres hartos de no tener sexo y un porcentaje mínimo de intelectuales al borde de una quiebra generacional. Algunos de los que me contactan son Infieles compulsivos, otros están casados con las mujeres equivocadas y una minoría destacada de millennials les gusta el tono de mis relatos porque se creen que tengo su edad. Pero en la flora y la fauna de este campo de batalla después de treintas  “qué linda sonrisa que tenés” y un par de bloqueos permanentes, apareció alguien con una inteligencia superior a la media que sabe por donde tocarme: la música.