Blog

Psicología barata

Freud se murió a los 83 años y hubo una sola cosa que no pudo resolver: qué quieren las mujeres.

Lo menciono a Freud como a cualquier otro hijo del sistema, porque a pesar de admirar su riguroso conocimiento sobre el comportamiento humano, fue un esclavo del adoctrinamiento. Donde recortó el alma, Dios y todo lo que no se ve—como buen científico hijo de la educación.

Soda Stereo en semi vivo

Después de 25 años, 3 semanas y 2 días, anoche decidí salir para que la gente no se piense que estoy encerrada por esta farsa. No quisiera dar el mensaje equivocado sobre la libertad cuando me la paso con la nariz chutada en los libros y lejos de la civilización. No voy a decir que la gente me molesta, pero estoy bastante cerca. Entonces ayer hice el esfuerzo por aparentar normal y le mandé un mensaje a mi vecina (20 años menor que yo), para que salgamos. A pesar de la diferencia de edad, con ella nos entendemos bien, le gusta hacer deporte, siempre me la encuentro en la playa leyendo y es de un espíritu libre. Me da tips en la cocina y me cuenta sus historias de cómo llegó de Chile a Estados Unidos.

Estado civil: libre.

Hoy vi a una persona con un tatuaje en el hombro con la marca de la vakuna. Además de observar su sobrepeso que batallaba entre el grafeno y las arterias tapadas.

¿Podrá alguna vez la televisión programarnos a nuestro favor?

¿O nos van a querer gordos, enfermos, desconcentrados y pobres hasta despoblarnos por completo?

Cuando terminé de tomarme el té, también pude ver que se bajó el bozal y se prendió un cigarrillo. Después le dicen Delta. O trombosis pulmonar, o Quedate en casa, o Salvá vidas.

Y yo quisiera gritarle a esta gente a que llamen a las cosas por su nombre: flúor, grasas transgénicas, radioactividad, vakunas, alcohol, tabaco, marihuana y la interminable lista creada por el mismo sistema que dice “cuidarte”.

Problemas conyugales

Esta mañana me levanté con gritos y puñetazos en la pared, no míos, claro. La última vez que le pegué a alguien fue a un demócrata en San Francisco. Aunque solo fue imaginariamente pude sentir su fragilidad desdoblada llorándole a alguna de estas leyes discriminatorias de moda que estamos atravesando.

Mi vecino es físico culturista, honestamente no estoy como para que me cuelguen de la pared dejándome un ojo negro, pero si no le temo a un      v i r u s mortal (modo sarcasmo ON), mucho menos a un hombre inflado con trapecios más marcados que mi infancia. 

La avaricia, un viaje sin retorno

Dos semanas atrás fui a un evento en Miami, ciudad a la que escapo por miedo a ser apuntada con una uña de acrílico o pisoteada por plataformas de 7 cms. La cosa se pone más chunga cuando esa escena se alcoholiza y las pestañas postizas empiezan a volar por el aire creando el panorama más desolador de esta generación. Una generación de mucho sexo sin amor, muchas fiestas sin amigos, mujeres operándose para estar buenas y salir con hombres ricos. Hombres queriendo ser ricos para salir con mujeres buenas, y el amor ahí, solísimo. Un mundo que sabe el precio de todo y el valor de nada. Y ahí estoy yo, una escritora en el medio del huracán que predomina el latido flojo de una sociedad quebrada espiritualmente.